Loïc VENNIN | LONDRES

Nacido con una cuchara de plata en la boca y con sangre azul en las venas, David Cameron, de 41 años, es el arquetipo del aristócrata conservador. Ha conseguido revolucionar su partido, resucitando a los moribundos tories y colocándoles a la cabeza de los sondeos.

«Un conservadurismo moderno y compasivo. Esto es lo que conviene en estos tiempos». El 4 de octubre de 2005 la fórmula de David Cameron provocó un atronador aplauso por parte de los miles de tories que se reunieron en Blackpool en su congreso anual.

El conservadurismo con rostro humano se situaba muy lejos del liberalismo puro y duro de Margaret Thatcher (1979-90). Pero los tories, condenados a la oposición desde 1997 por sus rivales laboristas, sabían que necesitaban savia nueva. Su «modernizador» era, paradójicamente, uno de sus miembros con un perfil más tradicionalista.

Descendiente del rey Guillermo IV (1830-1837) y casado con la hija de un barón, Cameron nació en octubre de 1966. Sus padres eran un alto cargo de la City y una magistrada. Pasó una infancia dorada en la residencia de su acaudalada familia, entre la piscina, los partidos de tenis y el cricket.

Acudió al mismo colegio que los príncipes Eduardo y Andrés y, después, al muy selecto colegio de Eton, en el que desde hace siglos se forma la élite británica. En mayo de 1982, fue castigado a copiar 500 líneas en latín por fumar cannabis, según señalan Francis Elliott y James Hanning en su biografía «Cameron: el auge del nuevo conservadurismo».

Pero este incidente no le impidió acudir a la Universidad de Oxford en 1985.

De su familia ya habían salido varios diputados tories y tras dejar Oxford en 1988 resultó natural que llamase a la puerta del Partido Conservador. Durante una entrevista de trabajo para un puesto de consejero, el responsable recibió una llamada del palacio de Buckingham, la residencia de la reina Isabel II. Alguien recomendaba al joven Cameron.

Consciente de que el paso por la empresa privada es imprescindible para ser elegido parlamentario, Cameron trabajó siete años en un grupo de comunicación. Tras varios intentos, en 2001 consiguió ser elegido diputado por Witney, cerca de Oxford.

Su partido estaba entonces destrozado por el Nuevo Laborismo de Tony Blair. Cameron soñaba con un nuevo partido torie, cuyos miembros dejasen de ser nasty (asquerosos) y que votar a los tories fuera cool (guay). Recibió el apodo de Tory Blair y dejó en un segundo término cuestiones como la inmigración o Europa para centrarse en el medio ambiente y la sanidad. La minusvalía de su hija le hizo darse cuenta del estado del sistema de salud.