Comprender la exigencia de San Mamés
Manex ALTUNA
Sin intención de generalizar ni recurrir a tópicos futbolísticos, los aficionados del Athletic que se dan cita en San Mamés presentan unas características particulares. Cada uno tiene sus fobias y gustos personales, como en todos los sitios, pero la mayoría sigue un patrón similar.
En la primera jornada de Liga, Yeste y Casas fueron pitados por un sector de la afición. Probablemente, nunca les perdonarán, aunque estoy casi seguro de que antes de ese partido tampoco eran de su agrado. El zurdo de Basauri consiguió reconciliarse con parte de sus críticos ante el Getafe, como quedó en evidencia al ser sustituido.
Son esos aplausos y ovaciones a determinadas acciones de los jugadores los que desvelan lo que gusta en las gradas del estadio rojiblanco. Mikel Balenziaga es testigo de ello. El lateral izquierdo ha conseguido en dos partidos ganarse a San Mamés y no sólo por sus dos centros de gol contra el Valladolid. El pasado domingo intentó regatear a dos adversarios mandando el balón en largo, pero al final se le escapó fuera. A pesar de ello, fue aclamado por el público.
Esa jugada explica en cierta medida la exigencia de la afición rojiblanca con sus jugadores y el equipo. Esperan que el equipo dé la cara e intente ganar el partido. Sin miedos y con un juego duro y atractivo, no sucio y aburrido. Caparrós, que ha desperdiciado un año, debería darse cuenta de ello y seguir por esa senda. Aunque al final se perdiera, el esfuerzo realizado por el equipo fue reconocido.
En algunas fases, el Athletic recordó a la época de Valverde, el último entrenador que consiguió recuperar la ilusión de ir a San Mamés a disfrutar y, sobre todo, con el convencimiento de poder vencer a cualquiera. La plantilla ha demostrado que está capacitada y si Caparrós apuesta por esa vía, seguro que le dará resultados.