La crisis económica galopante es un virus que contamina absolutamente todo, y la televisión, precisamente, no puede escapar a esta infección. Las estructuras de las generalistas, privadas o públicas, están diseñadas para los tiempos de bonanza, y ahora, se resienten y por ello se nota que hay excesivos nervios. Y si las cadenas que emiten en abierto o esperan la TDT para acomodarse están temblando, las de pago, las plataformas y los servicios de pagar para ver están bajo mínimos.

En este último caso, la guerra del fútbol está haciendo estragos, pero no es el único frente abierto, ya que la publicidad está bajando de manera ostensible, y si la crisis en los medios periódicos de papel es notable y se han producido reducciones de plantillas y huelgas hasta en el Marca, lo que es algo asombroso, en las cadenas de televisión la situación es bastante agobiante, mucho, y lo que es más que presumible, los efectos de la corrosión no han hecho nada más que empezar.

Por eso el oráculo de Sofres es ahora un dios al que se debe alimentar con todo aquello que proporcione resultados en el porcentaje, y por ello las privadas están clamando al cielo sobre la programación de las públicas, especialmente TVE, que en algunos tramos del día, en los que hay más audiencias dispuestas, está haciendo una programación absolutamente comercial, cosa que es extensible a la casi totalidad de las cadenas y entes públicos, que en nuestro caso más cercano nos deja a ETB-1 en mínimos, absolutamente invisibles en las mediciones y a ETB-2 como una cadena privada, muy comercial, pero de las malas, para entendernos, con sus programas de mayor audiencia que podrían estar en cualquier generalista del mundo entero y sin asomo de poder justificar que, encima, cuesten dinero a los contribuyentes. En su entorno, hay televisiones locales que compiten de manera muy eficaz y con muchos menos medios.

Por lo tanto hay nervios y se notan. Van las cadenas a los juzgados a demandarse unas a otras, sus consejeros delegados se insultan y amenazan en los foros públicos, se acusan de ser protegidas de los gobiernos correspondientes y se pelean a la baja por los anunciantes.