El amargo fruto prohibido en tierra ocupada
«Los limoneros»
Película israelí que el pasado año ganó el Premio del Público en La Berlinale, lo que le ha permitido ser seleccionada en Donostia para la sección Perlas de Zabaltegi, con gran éxito de crítica y público. El realizador Eran Riklis vuelve a repetir con la actriz palestina Hiam Abbass tras dirigirla en su anterior película «La novia siria», esta vez como protagonista.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
Cada vez son más los cineastas israelíes que adoptan una postura crítica en sus películas contra el gobierno de Tel Aviv, y uno de los que se significan en esa lucha es Eran Riklis, muy sensible a la causa árabe y a la de todos los pueblos que se han visto desplazados por la política anexionista de Israel en Oriente Medio. En su anterior realización, «La novia siria», sacaba a la luz el problema de los drusos, que viven en los Altos del Golán sin el reconocimiento de una identidad nacional. Tras la ocupación de su territorio por parte del ejército israelí en 1967, su relación con Siria fue cortada de raíz, por lo que han quedado atrapados en una división fronteriza que les impide ser libres. La película es una lección de la representación de un conflicto en toda su complejidad, gracias al acierto de Riklis para plantear todas las cuestiones a través del ejemplo vivo de unas relaciones familiares truncadas. Dentro de ese contexto político que imposibilita llevar una vida normal, el cineasta sitúa siempre a la mujer como la mayor perjudicada ante un estado de cosas que se agrava con el machismo tradicional de las sociedades musulmanas.
La joven novia drusa a la que van a casar con un sirio que no conoce, una vez que cruza la frontera, no puede volver atrás y queda desvinculada de los suyos, bajo una total indefensión. En el papel de su hermana mayor, todavía más castigada por las circunstancias históricas, nos encontramos a la gran actriz palestina Hiam Abbass, que repite con Riklis como protagonista de «Los limoneros». Recientemente se la ha podido ver también en la comprometida película palestina «Paradise Now», donde interpretaba a la madre de los activistas suicidas que se autoinmolaban.
En «Los limoneros», Hiam Abbass es una viuda de 45 años que reside en un pequeño pueblo de Cisjordania, una mujer solitaria cuyo hijo se ha marchado a los Estados Unidos. Está sola ante el peligro, así que deberá defenderse con sus propios medios del hostigamiento israelí. Su campo de limoneros delimita con la línea verde, la que separa Israel de los territorios ocupados, por lo que no tardará en ver su integridad amenazada. El ministro de Defensa israelí se construye una casa justo en las lindes del terreno, y lo primero que hace es ordenar que arranquen los árboles de la vecina para su seguridad. A la mujer no le queda otra salida que iniciar una batalla legal para salvaguardar sus derechos, pero a sabiendas de que se trata de una confrontación desigual que se va a llevar a cabo en terreno contrario. Ha de vérselas contra todo un poderoso estado, pero aún así decide llevar el caso hasta el Tribunal Supremo de Israel.
Para enfrentarse a un ejército de abogados militares designados por el gobierno de Tel Aviv únicamente cuenta con un joven letrado palestino, lleno de ilusión pero limitado de recursos para hacerse cargo de un caso con una correlación de fuerzas tan desequilibrada.
Lo que se plantea es que el Estado de Israel permite pleitear a los palestinos, aunque dentro de un sistema de justicia completamente mediatizado y que les deja muy pocas oportunidades para que se les dé la razón. El caso de los limoneros es uno de los tantos que se dirimen a diario en los tribunales israelíes, y que Riklis escogió porque define muy bien las imposiciones absurdas que han de soportar los habitantes de los territorios ocupados. La protagonista ve peligrar los árboles que su padre plantó cincuenta años atrás, y que han sido regados con la sangre derramada a lo largo del conflicto árabe-israelí. Por un mero pretexto de seguridad privada no puede dejar que el ministro se salga con la suya y destruya toda una herencia cultural.
Al igual que el cineasta palestino Rashid Masharawi hace en «El cumpleaños de Laila», vista en la Sección Oficial del Zinemaldia, Riklis muestra las consecuencias del conflicto en la vida cotidiana de las personas que tratan de sobreponerse a las dificultades que les salen a cada paso. La protagonista de «Los limoneros» sufre un doble castigo, tanto por parte del enemigo israelí como de su propia comunidad. En el duro proceso legal llega a identificarse con el abogado que defiende su causa, pero el hecho de que éste sea más joven que ella le impide enamorarse o tener una relación íntima, ya que está mal visto por los sectores musulmanes más integristas. Ese fuego cruzado entre ocupantes y ocupados, entre la fuerza militar y la de las costumbres tradicionales, hace que se sienta aún más sola y sin ayuda.
La actriz palestina Hiam Abbas tiene enfrente a la actriz israelí Rona Lipaz-Michael, con la que establece una comunicación oculta entre mujeres que se entienden en la distancia, por encima de las barreras que las separan. Su teórica enemiga, por tratarse de la esposa del ministro de Defensa, también sufre de soledad y acabará comprendiendo y admirando a la heroína de los limoneros. Durante muchos años ha ejercido en silencio como la perfecta dama de compañía casada con un hombre público, sin que la nueva mansión y todo cuanto la rodea despierte en ella la ilusión que sería de imaginar. El ejemplo de la viuda litigante le hará ver a su marido con otros ojos, hasta ponerse en el lugar de ella.
El registro intimista que posee «Los limoneros», a pesar del contexto beligerante en el que se mueve es muy bien explicado por Eran Riklis, cuando contesta a la pregunta de si la suya es una película política: «No creo en esa terminología, me parece desfasada. Todo hoy en día es político. Todo lo que se diga, se haga o se piense producirá una reacción política. Las decisiones que toman los políticos a miles de kilómetros afectan al mundo entero, sobre todo a una zona peligrosa como es Oriente Próximo, pero también si se vive en Nueva York, París o Berlín. No, -Los limoneros- no es una película política, es la historia de unas personas atrapadas en un enfrentamiento político. El ministro de Defensa, su esposa, la viuda, el abogado, todos están atrapados en situaciones personales y públicas, en su modo de pensar. No es política porque no intenta imponer un punto de vista. Se limita a contar una historia, a mostrar emociones y a enseñar una situación delicada y compleja situada contra un telón de fondo explosivo...».
Salma se encuentra con un vecino nada común: el ministro de Defensa israelí. La mujer, una viuda palestina, despierta la ternura de la esposa del ministro. Entre ellas, a pesar de las diferencias, surge una comprensión que supera cualquier barrera.
El director Eran Riklis comenta que los árboles «han sido siempre testigos mudos de las actividades del hombre». También le gustó la idea de hablar de limoneros, ya que Oriente Próximo siempre ha estado asociado a los olivos.
Título original: «Etz Limon».
Dirección: Eran Riklis.
Guión: Eran Riklis y Suha Arraf.
Producción: Eran Riklis, Bettina Brokemper, Michael Eckelt y Antoine de Clermont-Tonnerre.
Fotografía:
Rainer Klausmann.
Intérpretes: Hiam Abbass, Rona Lipaz-Michael, Ali Suliman, Doron Tavory, Tarik Copty, Amos Lavie, Amnon Wolf, Smadar Jaaron, Danny Leshman, Hili Yalon.
País: Israel, 2007.
Duración: 106 minutos.
Género: Drama social.