Atentado contra el cuartel general del Ejército ruso en Osetia del Sur
La explosión ayer de un coche bomba contra la sede del Estado Mayor ruso en Tsjinvali -siete militares muertos- hizo resonar los ecos de la crisis bélica del pasado mes de agosto. Tanto el Kremlin como el Gobierno suroseta imputaron a Georgia un plan para desestabilizar la situación a base de atentados. Tbilissi, por su parte, negó la mayor y vinculó el ataque con un plan ruso para dar marcha atrás en su retirada.
GARA |
La explosión de un coche bomba frente a la sede del Estado Mayor del Ejército ruso en Tsjinvali, capital de Osetia del Sur, se saldó con la muerte de siete militares rusos.
El atentado, que tuvo lugar a las 16:45, se saldó con otros siete soldados heridos, que fueron trasladados en helicóptero a hospitales del Ministerio ruso de Defensa. Fuentes del Gobierno suroseta aseguraron que la potencia de la explosión equivalió a 20 kilos de TNT.
Poco antes, se registró otra explosión en el distrito de Leninogrosk, en la misma capital, en la que resultaron heridas al menos dos personas.
El presidente de Osetia del Sur Eduard Kokoiti, se apresuró a responsabilizar del atentado a los servicios secretos georgianos y aseguró que el vehículo utilizado en el atentado había sido adquirido en Georgia y llevado al cuartel general ruso para matricularlo.
Dos detenidos muertos
El comandante de las tropas rusas de interposición, general Marat Kulajmetov, aseguró que sus soldados detuvieron poco antes a cuatro personas en vehículos cargados con armas de fuego y granadas.
Dos de los detenidos resultaron muertos, según la versión del general ruso «al estallar uno de los vehículos interceptados».
El Ministerio de Interior suroseta aseguró que sus servicios secretos contarían con datos de que sus homónimos georgianos habrían preparado hasta 18 coches bomba para perpetrar atentados tanto en territorio de Osetia del Sur como en Abjasia.
El Ministerio aseguró que la explosión sería similar al atentado con coche bomba perpetrado el 25 de setiembre contra la sede de los servicios secretos de la república de Abjasia en su capital, Sujumi, ataque que no provocó daños personales.
El Gobierno abjaso no dudó entonces en acusar directamente del atentado a los servicios secretos georgianos.
Acusaciones recíprocas
«Es su estilo, lo conocemos bien», coincidió Kokoiti, en referencia a atentados similares, aunque con menos víctimas, acaecidos en esta república en los últimos tiempos.
«Georgia no renuncia a su política de terrorismo de Estado. Este incidente socava los esfuerzos de la comunidad internacional para estabilizar la situación en la región y torpedea el plan de paz Medvedev-Sarkozy».
El Ministerio ruso de Defensa coincidió en vincular este atentado con el plan, que prevé la retirada total de las tropas rusas pero sólo de suelo georgiano para el 10 de octubre.
Tbilissi negó la mayor y aseguró que estaríamos ante una provocación de cara a aumentar la tensión y justificar así la presencia militar rusa.
Rusia y Ucrania firmaron un acuerdo para conjurar futuras guerras del gas. Ambas partes renuncian a sociedades intermediarias en el suministro. Kiev acepta pasar, gradualmente, a pagar el gas a precios de mercado.
Un oficial de las tropas del Ministerio de Defensa ruso murió en un atentado junto a su residencia en la localidad de Belgatoi, en el distrito de Shali, en el sudeste de la capital chechena, Grozni.
El jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Javier Solana, cursó ayer una invitación al ministro de Asuntos Exteriores de Bielorrusia, Sergei Martinov, a reunirse con responsables comunitarios el 13 de octubre en Luxemburgo, primera invitación de este tipo desde que Bruselas impusiera sanciones al país en 2006.
Solana «ha hablado esta mañana (por ayer) con Martinov y le ha invitado a venir el 13 de octubre a Luxemburgo», se limitó a anunciar la portavoz del titular de la diplomacia comunitaria, Cristina Gallach.
La posibilidad de un gesto de este tipo fue evocada antes de las elecciones legislativas del pasado domingo en Bielorrusia.
Aunque estas elecciones -los partidos oficialistas coparon la totalidad de los escaños- fueron juzgadas como «decepcionantes» por la UE y los observadores de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) las calificaron de «poco democráticas», los responsables comunitarios insistieron en hacer valer «elementos positivos» como la puesta en libertad de los últimos disidentes detenidos y la no intervención de la Policía bielorrusa en las manifestaciones convocadas por la oposición tras los comicios.
La reelección del presidente, Alexandre Lukashenko, en las elecciones de 2006 fue duramente criticada por la UE, que no dudó en calificar el escrutinio de «simulacro electoral» y decidió prohibir la entrada a territorio de la Unión a 40 personalidades del país, entre ellas el propio Lukashenko, en la Presidencia desde 1994.
La crisis de Georgia ha provocado un cambio de orientación de la UE respecto a Bielorrusia.
