Raimundo Fitero
Uñero
Cándidamente se adentra la realidad en la ficción política. La ficción televisiva se mueve entre tres polos, como si quisieran travestir las bases esenciales de la geometría y los anunciantes replantean sus mensajes para acomodarlos a esta situación en la que vuelven a tomar valor palabras como `confianza'. Debemos confiar en quienes nos roban, en quienes nos ahogan, quienes especulan, abusan, nos tratan como objetos contables y no como ciudadanos de muy diversa condición, credo y poder adquisitivo en busca de un servicio, en ocasiones obligatorio. Debemos renovar nuestra confianza en quienes deciden constantemente amargarnos la existencia. Debemos renovar la confianza en la confianza.
Por ello no vemos a nadie ya con uñero. Hace tiempo, los uñeros, formaban parte de nuestro paisaje, era una no solución, pero se veía incluso a los contables bancarios con unos uñeros que servían para contar mejor los billetes. Ahora no se usan para casi nada. O al menos yo no veo anuncios de uñeros, ni de sus sustitutos digitales. Perdonen por el bucle supuestamente ingenioso que acaba de perpetrar, pero cuando veo a varios dirigentes de los bancos y las cajas de ahorro más importantes, me entran ganas de ser por un cuarto de hora un juez con ínfulas y hacer una redada histórica, un acto de justicia global, universal. Quien haga esto será el Juez del siglo XXI, tendrá asegurada su vida económica, o sus deudos le llorarán pronto.
Mientras tanto debemos escudriñar los rasgos más interesantes de «Física y química», la serie de Antena 3 que se nos antoja como una aproximación bastante creíble a las aulas de los institutos, aunque sea más buena la intención, la tesis, que sus materialización, ya que el reparto da físicamente, de manera espectacular en ocasiones, pero en cuanto deben utilizar la química de la interpretación, empiezan tener suspensos o aprobados raspados. Se le puede acusar de perderse en asuntos personales, sexuales, olvidándose de aproximarse a la triste realidad docente, pero entonces se necesitaría un documental y no una serie de ficción para jóvenes y para que algunos adultos tengan pistas de lo que pasa los adolescentes.