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Maite SOROA

Trifulca entre jueces y políticos

La enganchada (dialéctica, claro) entre Azkarraga y Ruiz Piñeiro durante la llamada «apertura oficial del año judicial» en la CAV ha alertado a los más entusiastas defensores del statu quo actual. Que nada se mueva, vienen a decir, porque se derrumba el castillo de naipes que levantaron las Cortes de Franco.

El editorialista de «El Correo Español» lamentaba ayer el roce entre los representantes de las dos instituciones, pero inclinaba la balanza en favor del juez porque «palabras que en cualquier otro lugar de España, o incluso en cualquier otro sistema democrático, serían tomadas con naturalidad (...), provocan entre nosotros agrias polémicas». Se refiere al diktat del juez español sobre la voluntad de la ciudadanía. Y le afea la conducta al consejero de EA: «Sólo así se explica la desabrida reacción del consejero de Justicia, Joseba Azkarraga, al discurso pronunciado por el presidente del tribunal, Fernando Ruiz Piñeiro, tildándolo de `insultantemente político' y `no propio de un acto judicial'». Pues a mí me parece lo mismo que a Azkarraga...

De lo que se trata es de preservar la autoridad enviada desde la metrópoli, y por eso aplaudía a Piñeiro: «sus palabras, tomadas en sí mismas, no sólo fueron impecables desde el punto de vista democrático, sino que invitan a una serena y desapasionada reflexión sobre aspectos tan importantes de nuestra convivencia como la persistencia del terrorismo, la falta de libertades, el deber de los poderes públicos de garantizarlas plena y efectivamente o el sometimiento de éstos a la Ley». A renglón seguido reconoce que es difícil alejarlas del veto a la Ley de Consulta y al enjuiciamiento de ocho dirigentes políticos vascos, pero lo que quiere dejar claro es que el juez español hizo bien y el consejero vasco mal: «Con todo, la reacción del consejero, atribuible más a su propia suspicacia e hipersensibilidad que a la inoportunidad de las palabras del presidente, pone en evidencia el grado de extrañamiento con que su departamento y el nacionalismo gobernante contemplan a la Administración de Justicia en Euskadi. Un servicio fundamental que requiere del máximo respeto institucional y de quienes ejercen la responsabilidad pública ante la dificultad, presión terrorista incluida, y trascendencia de su cometido». O sea, el que manda, manda. Y chitón.

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