La ministra de Defensa española, Carme Chacón, logró ayer que todos los titulares de su comparecencia en el Congreso sobre el polígono de tiro de las Bardenas se centraran en un número: 30 años. Dice que ése es el plazo en que el Ejército desearía prorrogar su presencia en este territorio que ocupa ya desde 1951, es decir, los albores del franquismo. Diversos portavoces políticos, comenzando por la diputada Uxue Barkos, se echaron las manos a la cabeza ante la afirmación, sin reparar en que el presidente de la Junta de Bardenas, José Antonio Gayarre, ya ha revelado que las conversaciones apuntan a que el nuevo convenio será para quince años más. Parece claro que Chacón sólo adopta el papel de mala para que Gayarre sea luego el bueno de la película.

Resulta preocupante la facilidad con que los defensores del polígono terminan desviando el debate hacia cuestiones accesorias. Con el final del convenio en el horizonte, llevaron la discusión al uranio. Ahora, con el nuevo contrato ya preparado para la firma, pretenden que el dilema sea 15 ó 30 años. Las instituciones, los partidos y la sociedad navarra saben que ese polígono no sólo es una imposición desde hace 57 años, sino un anacronismo total que nadie más quiere en todo el Estado (ni, según Chacón, lo querrá en 30 años más). El debate real es el desmantelamiento, el 31 de diciembre de 2008.