El precio de la alfombra persa del PNV
La negociación para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado desarrollada entre el Gobierno del PSOE y el PNV en Madrid ha tenido hasta el último momento un claro tinte de mercadillo persa. En ningún caso se ha trasladado la sensación de que había contenido político alguno. El tono por ambas partes ha sido tan cordial que, realmente, nunca ha parecido peligrar el acuerdo. Algo sorprendente, dado que no es lógico que quien considera que su adversario está poniendo «alambradas» a su pueblo se siente a pactar algo que no sea el proceso de desalambrado; ni que quien cree que el proyecto de su contrincante busca romper el Estado lo considere luego interlocutor válido para negociar menudencias. De todos modos, en el caso del PSOE la negociación venía marcada por la necesidad, puesto que los catalanes ya habían advertido de que no iban a aislar esta negociación del conflicto por el Estatut y la financiación. Por el contrario, en el caso del PNV la negociación viene dada por la voluntad de acuerdo de su dirección. Esa voluntad ha prevalecido y el PNV no presentará enmienda a la totalidad, abriendo las puertas a la aprobación de las cuentas del Estado.
Los datos sobre el acuerdo que han trascendido muestran que ha primado la decisión previa anunciada por el PNV de llegar a un trato, al precio que fuese. Y el precio ha resultado barato para el PSOE: 85 millones de euros en I+D, poco más que, por ejemplo, los 78 millones que el Ayuntamiento de Bilbo gastará este año en limpieza, residuos, abastecimiento y saneamiento de agua. Pero lo increíble es que la innovación es una de las transferencias pendientes. Así las cosas, no ha habido encima de la mesa nada que no corresponda por ley a la Administración de Gasteiz. Es decir, nada que no entrase en el Estatuto vigente, con lo cual el tema de debate era el precio a pagar por algo que ya le pertenecía.
De ese modo, el PNV obliga a guipuzcoanos, vizcainos y alaveses a pagar doblemente por algo que, sin embargo, les asegura que es suyo. Definitivamente, el PNV se convierte en la alfombra persa del mercadillo madrileño y da al Estado permiso para pisotearla. El problema es que debajo están «las vascas y los vascos» de los que habla Ibarretxe.