Tere Sáez Miembro de Saray
El lazo rosa
En octubre de 2000 no sabía de su existencia, ni del significado del 18 de octubre; sólo que me tenían que operar de un tumor maligno que se había extendido también a algún ganglio.
Ocho años después lo llevo puesto constantemente y me parece precioso poder construir en la plaza del Castillo uno común, gigante, en referencia al cáncer de mama. Y en estos años haber conocido por dentro Saray, me ha ayudado a socializar y sobrevivir a la ansiedad, el miedo, la angustia, la impotencia, las rabietas, dudas, pruebas, dolores, caídas de pelo, kilos de más, horas en hospitales para revisiones y más revisiones, listas de espera, la inapetencia y los vómitos. A la mirada de la gente clavada en tu pecho cuando te preguntan ¿qué tal? Al estereotipo que esta sociedad nos pide continuamente en relación con la imagen y con tener una, dos o ninguna teta. A la sensación de no sentirse deseada. Al terror a quedarte sola y que nadie te cuide. A la duda de cómo reaccionará tu familia, amistades y la persona que te acompaña sentimentalmente. A los dolores de huesos o al brazo que se hincha de vez en cuando. A las pastillas todos los días y por años. A la muerte de amigas y compañeras que se han quedado en este camino. Al miedo instalado en las personas acompañantes...
Esta preciosa organización, Saray, me ha permitido comprender el sentimiento de pertenencia, autoapoyo, ayuda, solidaridad, amor, amistad.... y la importancia de continuar hacia delante, cada cual a su manera, pero caminando, haciendo camino con el resto. Valorar lo que tenemos como seres humanos, e intentar que todas las personas puedan tener también en esta materia, vivan donde vivan o procedan de donde procedan, igualdad de oportunidades. Que no nos hagan sufrir con la listas de espera. Y, como he manifestado más de una vez, que una teta más o menos no decida el resto de nuestra vida.
El lazo rosa construido por todas y todos es esperanza y futuro. También es resistencia y reivindicación.