El congreso extraordinario del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) para elegir a su presidente y al candidato socialdemócrata a la Cancillería en las elecciones del año que viene, el nuevo líder de la formación, Franz Müntefering recibió el respaldo del 85%, del medio millar de delegados que acudió a la cita, mientras que Frank-Walter Steinmeier, actual ministro de Asuntos Exteriores, obtuvo el apoyo del 95,1% y se enfrentará a la actual canciller, Angela Merkel, en 2009.

Sus intervenciones fueron muy diferentes en cuanto a oratorio, pero el mensaje era el mismo: acabemos con las divisiones internas si queremos salir adelante.

Steinmeier habló durante una hora y media, casi el doble del tiempo empleado por Müntefering, táctica prevista en el guión del congreso para subrayar su papel predominante en el partido durante el año que dista de las elecciones.

Con tan sólo un 85% de los votos, Müntefering, quien en su primera elección en 2004, recibió el 95% de los votos, recibió un claro varapalo de las bases.

Los delegados, al parecer, no quisieron exculparlo de su responsabilidad en la dimisión de su predecesor, Kurt Beck, en setiembre pasado por falta de apoyo interno. Entonces se intuyó que esa dimisión estuvo forzada por el propio Müntefering. Ayer, en cambio, en ausencia de Beck, aseguró que si bien «hemos tenido nuestras diferencias en el pasado, ambos estamos dispuestos a cooperar abiertamente».

Con este telón de fondo, el mensaje principal del congreso era, además de la elección en sí, lanzar un nuevo mensaje de cohesión a las bases.

El candidato a la Cancillería no se molestó en entrar en las trifulcas y simplemente dio por terminada la crisis, la actual y la que lleva acuciando al partido desde que el entonces canciller Gerhard Schröder aprobara, con ayuda de Steinmeier y Müntefering, su programa de reformas Agenda 2010.

«Muchos nos habían dado por acabados, pero estamos de vuelta», dijo Steinmeier. Manifestó su confianza en que el SPD pueda ganar las elecciones en 2009, pues consideró que es el partido por excelencia para conducir al país hacia «esta nueva era que empieza tras el fin de una época de radicalismo de mercados que empezó con el tatcherismo y el reaganismo y que ahora ha concluido con una gran explosión».