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Algunas de las lecciones que se aprenden en la ikastola no se deberían olvidar jamás

Hoy en Iruñea se celebra el Nafarroa Oinez, día grande del euskara y de las ikastolas. Decenas de miles de euskaltzales se reunirán en torno al río Arga para, además de mostrar su apoyo a la ikastola Jaso, reivindicar el derecho a estudiar y vivir en euskara. Derecho que todas las administraciones vascas vulneran en uno u otro grado. Sin embargo, gracias al tesón de miles de profesoras, de padres y madres, de euskaltegis, de alumnos... en definitiva, a la voluntad popular forjada en una larga lucha por la supervivencia de un patrimonio cultural universal y a la vez particular, el euskara continúa vivo.

Frente a ese esfuerzo popular por recuperar el euskara, el unionismo ha llevado adelante una cruzada con el analfabetismo por bandera. Y, precisamente, una de las cosas que se aprenden y valoran en las ikastolas -y, en principio, en toda escuela primaria- es que saber más es mejor que saber menos; ni qué decir que no saber nada.

El euskara en libertad... vigilada

Quienes hasta ahora se han jactado de no saber ni querer saber nada del euskara, vienen ahora a liberarlo. Resulta increíble en todo caso que alguien pretenda «despolitizar» nada en un acto electoral. La postura de Patxi López ha recibido, en ese sentido, las lógicas críticas.

Las personas que asistan hoy a Iruñea saben de sobra que el euskara, como todo elemento de identidad vasco, permanece en libertad vigilada. Nafarroa aparece a menudo como un claro ejemplo de esa persecución contra el euskara. Pero si consideramos los datos sociolingüísticos, y teniendo en cuenta el apoyo económico y retórico de unos mandatarios frente a la desidia y animosidad de otros, sorprende que la comparación de la situación del euskara en Nafarroa y Araba, Bizkaia y Gipuzkoa no dé datos sociológicos totalmente opuestos. Parece evidente que las razones de ese equilibrio son el compromiso social en el caso de Nafarroa y el fracaso de las políticas en amplios espacios sociales y territoriales en la CAV.

Por lo tanto, mientras en uno de esos herrialdes el presidente electo hace campaña contra el euskara y la sociedad resiste el envite, en los otros territorios se pretende ganar las elecciones metiendo miedo con la posible llegada de los enemigos del euskara. Sin embargo, el debate actual sobre modelos lingüísticos en la enseñanza en la CAV, bloqueado por el PNV, muestra que en este terreno el discurso de «que viene el lobo» no deja de ser parte de la estrategia del zorro.

Alambradas hechas con nanofibra

Otra de las cosas que se aprenden en la ikastola es a negociar, entendida la negociación como mecanismo para la resolución de conflictos. Pero también se aprenden sus límites: dar tu almuerzo a alguien a condición de que no te pegue no es negociar, es ceder al chantaje. Sobre todo si sabes que de todos modos te va a pegar.

Y a eso se parece la «negociación» entre el PNV y el PSOE para sacar adelante los Presupuestos del Estado.

Más aún si recordamos los análisis de los jelkides sobre transferencias, el Cupo o, simplemente, las declaraciones de Ibarretxe sobre la postura de Madrid. Quizá en Sabin Etxea piensen que Estrasburgo, a la hora de valorar si el Estado español vulnera los derechos de los vascos, tendrá en consideración que además de ser un pueblo milenario Euskal Herria va camino de ser una nanopotencia en I+D+i. No en vano, es probable que seamos quienes más invierten en esa materia en Europa, al pagar doblemente -vía Cupo y presupuestos- por éste y otros conceptos.

Aún así, nadie puede decir a estas alturas que el PNV no atiende a sus principios a la hora de negociar. Lo demostró en Loiola, al levantarse de la mesa porque la izquierda abertzale buscaba que la viabilidad de la opción independentista fuese explícita y quería establecer mecanismos para desatascar la cuestión territorial. Es decir, siguió sus principios -no asumir ningún riesgo que ponga en peligro su posición-, pero volvió a romper una de las reglas básicas -de ikastola- de la negociación: más es mejor que menos. Y si se es nacionalista está claro que más posibilidades de desarrollo como pueblo es mejor que menos.

Lecciones para las ikastolas del mañana

No sólo conviene tener presentes las lecciones de la ikastola, sino pensar también qué aprenderán en ellas las futuras generaciones, como recita la canción de Telesforo Monzón. No cabe duda que Joxean Lasa y Joxi Zabala aparecerán en esos libros de texto.

Baltasar Garzón también se postula para aparecer en el currículum vasco, aunque en un apartado totalmente distinto. Esta semana el juez ha dado una vez más una de cal -alguien preguntará, «¿viva?»- y otra de arena. ¿Qué mejor para compensar las críticas por su intento para enjuiciar el franquismo como crimen contra la Humanidad que azotar de nuevo a los irredentos vascos? No obstante, el objetivo elegido, un acto de homenaje a Lasa y Zabala, deja claro su compromiso con la memoria histórica.

Los que ayer no tuvieron reparo en recordar lo sucedido cuando los restos mortales de los jóvenes tolosarras llegaron a su localidad en 1995 fueron los beltzas de Balza. Como entonces hicieran a las órdenes de Atutxa, ayer no dudaron en pegar y detener a quienes querían mostrar su apoyo a los torturados, muertos y enterrados por los hombres de Galindo. Aquí también cada cual elige a sus amigos. Lo dicho, lecciones de ikastola.

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