El I Congreso Internacional sobre el escultor vasco comenzó sin una sola palabra en euskara. Ni siquiera un «egunon» de cortesía se escuchó en el acto de inauguración celebrado a las 10.00 de ayer en el salón de actos del Museo de Nafarroa, que estuvo presidido por Juan Ramón Corpas. El consejero de Cultura y Turismo apenas intervino un par de minutos para recordar que Oteiza legó su obra a Nafarroa y fue un escultor «complejo y profundo».

Gregorio Díaz Ereño, director del Museo Jorge Oteiza de Altzuza, explicó a continuación que este congreso intenta «abrir una ventana al horizonte inabarcable del universo oteiciano» y que las claves que impulsaron la vida del «gran creador» oriotarra fueron «sabiduría, afán de conocer y adentrarse en lo insondable del conocimiento».

En este sentido, dijo que «la creación es el mayor misterio», que «un creador saca algo de la nada» y que «este misterio de la creación se repite en cada obra», al tiempo que se refirió al artista oriotarra como «un personaje poliédrico».

Camino Oslé, presidenta de la cátedra Jorge Oteiza de la UPNA, dijo que se trata de «un personaje complejo y rico que fue tocado con el privilegio de la creación artística», y que «pensó en su tiempo, en los problemas identitarios, en el hecho religioso, en la arquitectura y en un largo etcétera», para concluir diciendo que Oteiza «se creó a sí mismo».

En nombre del comité científico, Adelina Moya indicó que a lo largo de estos cuatro días se abordará la creación y el pensamiento de Jorge Oteiza desde la «interdisciplinariedad y la internacionalidad». Esta profesora de Historia del Arte en la Facultad de Bellas Artes de Bilbo destacó el nivel de los ponentes que van a participar en este congreso bajo el título «Oteiza y la crisis de la modernidad», y explicó que con esta iniciativa se busca dejar a un lado la «fascinación» que sienten hacia el escultor vasco y «tratar de no repetirnos y buscar nuevos enfoques sobre su obra y su pensamiento».

Y al final habló de Oteiza

Una vez que Corpas, Oslé y Moya abandonaron la mesa de oradores, comenzó el turno de ponencias con la intervención de Vincenzo Vitiello, profesor de Filosofía en la Universidad de Salerno y de Teología política en la Universidad Vita-Salute San Raffaele, de Milán.

Vitiello dedicó la primera parte de su intervención a disertar sobre los principales filósofos del pasado siglo, sobre la metafísica, la hermenéutica, la lógica trascendental, el ser de la cosa, el vacío, el finito y el infinito.

«Y ahora vamos a hablar de Oteiza», anunció cuando llevaba 40 minutos de densas exposiciones filosóficas. Y aunque reconoció que «no es sencillo entrar en el universo poético de Oteiza», Vitiello habló del «sentir vasco» del artista oriotarra, de su defensa de la cultura vasca, de los diferentes periodos que caracterizaron su obra y del «sentido profundamente religioso del arte de Oteiza, pero entendiendo esa religiosidad como algo sagrado».

El profesor italiano dijo también que el cromlech vasco y el euskara han quedado como «testigos» de un pasado que Jorge Oteiza quiso reflejar en algunas de sus obras, de un tiempo en el que «el pastor del cromlech descubre el propio yo y se convierte en filósofo». Como ejemplo, citó la obra de Oteiza colocada en el paraje de Hagina (Lesaka) y dedicada a Aita Donostia, de la que dijo que es «un cromlech moderno».

Vicenzo Vitiello expuso que Malévich y Mondrian tuvieron una clara influencia en Oteiza, y que éste llevó a cabo un trabajo artístico que se llamó desocupación. «Intentó liberar los lugares cerrados, abriéndolos hacia el espacio indeterminado, y de esta forma fue afirmando una vez más la centralidad del hombre». Esta es la interpretación que Vitiello hizo de Jorge Oteiza, de quien dijo que había reflejado el paso del «escultor-pastor» a «artista-ciudadano».

«Me gusta más Chillida»

Las primeras palabras en euskara se escucharon a continuación en el turno de preguntas, cuando una de las asistentes preguntó al profesor italiano cuándo había entrado en contacto con Oteiza. Vitiello respondió que su interés por el artista vasco surgió en el año 2003, cuando visitó el Museo de Altzuza, aseguró que se quedó «fascinado» por los materiales de Oteiza y se sinceró cuando confesó que «Quousque tandem» es una obra «difícil de leer» y que hay que tener «buen estómago para poder digerirla». Y aunque admitió que Oteiza es «un gran escultor», no ocultó que le gusta más Chillida.

La segunda ponencia, titulada «Proyecto y crisis», corrió a cargo del escultor Juan Luis Moraza. A su juicio, «las obras no son para entender, son más bien para vivir con ellas y para que sean capaces de provocar efectos en ti. No dicen nada, pero hacen sentir, hacen pensar».