Crónica | Curso ante ataques físicos o verbales
«Todas las mujeres tienen armas para defenderse de una agresión»
Un grupo de 26 mujeres participó ayer en un hotel bilbaino en un curso para hacer frente a agresiones físicas y verbales, orientado hacia el aprendizaje de varias herramientas sicológicas para abortar situaciones conflictivas y técnicas de defensa basadas en un arte marcial oriental, el wing tsun.
Agustín GOIKOETXEA
La clínica Dermitek ofreció ayer en Bilbo a sus clientas un curso dirigido a evitar las agresiones machistas. Soraya Campana, monitora de wing tsun y escrima, fue la encargada de orientar a las mujeres cómo reaccionar ante circunstancias que las pueden poner en peligro frente a terceros y a «hacerse dueñas de la situación y de su espacio de seguridad».
Campana, que enseñó técnicas de un arte marcial diseñado por dos monjas shaolin como método de defensa femenino en el que la fuerza física no resulta esencial, subrayó la importancia de que las mujeres marquen su espacio para reducir la posibilidad de agresión. Los condicionantes físicos no son, a su juicio, un handicap. «El proyecto no es atacar, es evitar que te puedan agredir defendiendo tú espacio», apostilló Nerea Landa, directora de Dermitek junto a José Luis Azpiazu.
Azpiazu aclaró que su iniciativa no es un simple curso de artes marciales de autodefensa, sino que tratan de hacer hincapié en que las mujeres pueden y deben ser dueñas de su vida». «Cuando se da una situación de agresión potencial, convertirse en un cordero envalentona al agresor, por lo que es muy importante el rol que asuma la mujer en ese momento y tener una alta autoestima», argumentó el director de la clínica.
El wing tsun y el escrima -otra arte marcial, en este caso de origen filipino, que emplea el propio cuerpo o diversos utensilios como improvisadas armas de defensa- son técnicas para responder ante agresiones. Soraya Campana incidió en que, en las ocasiones en que quien ataca a la mujer es su pareja o su ex compañero, la víctima tiene que romper con ciertos vínculos emocionales que le impiden responder adecuadamente. «Es muy complicado, pero se puede hacer», aclaró.
Al margen de los condicionantes sicológicos, que impiden a algunas víctimas ver en su pareja a un agresor, la complexión no es, en opinión de la monitora, un obstáculo para repeler el ataque. «Todas las mujeres tienen armas y desarrollamos habilidades. La actitud -remarcó- es muy importante para utilizar nuestro cuerpo luego cualquier objeto, un simple teléfono movil, nos puede ayudar». Campana comentó que «dan técnicas para que la mujer se pueda defender tanto de pie como tumbada, ya que entre el 60 y el 70 por ciento de las agresiones acaban en el suelo».
Pero la iniciativa de este centro dermatológico y de cirugía estética bilbaino no se queda ahí, pues difunde entre sus clientes un decálogo de recomendaciones preventivas ante una posible agresión sexual. «El documento tiene la peculariedad de haber sido diseñado tras la entrevista con un grupo de violadores en prisión para saber qué aspectos les llaman más la atención en un víctima potencial», explicó Nerea Landa.
Recomendaciones
En el estudio se afirma que los violadores se fijan en el peinado de sus víctimas. «Es más probable que ataquen a una mujer con un peinado tipo cola de caballo, trenzado o cualquier peonado que sea posible tironear más fácilmente», apuntan. También citan la ropa. «Observan a las mujeres que usan ropa fácil de arrancar rápidamente. También se fijan en mujeres hablando por el móvil o haciendo otras cosas mientras camina. Esto -añaden- les indica que están desatentas y desarmadas y pueden ser fácilmente atacadas».
Estos hombres procuran atacar de forma y en lugares que puedan cargar a la mujer rápidamente hacia otro punto, donde no tengan que preocuparse de ser atrapados. «Si la mujer esboza cualquier reacción de lucha -argumentan-, ellos acostumbran a desistir en aproximadamente dos minutos. Creen que no vale la pena, que es una pérdida de tiempo».
«Si alguien estuviera siguiéndola en una calle, andén o garaje, o si estuviera con alguien sospechoso en un ascensor o en una escalera, se le debe mirar directamente a la cara y preguntarle alguna cosa, del tipo `¿Que hora tiene?'», recomiendan en el decálogo, aclarando que «si él fuera un violador, tendrá miedo de ser posteriormente identificado y perderá el interés en tenerla como víctima. La idea es convencerlo de que no vale la pena elegirla».
Las horas del día en que se produce más ataques sexistas es, según este interesante informe, entre las 5.00 y las 8.30, y después de las 22.30.