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Raimundo Fitero

Los números

Hablando de la crisis, del franquismo enquistado, del cachondeo huelguista de la administración de justicia y de otras letras de boleros políticos, abramos la puerta a unos números que nos dejan tan boquiabiertos como cuando vemos pasar de madrugada la legión de escopeteros camino de la masacre palomar. Según un denominado Observatorio Europeo del Audiovisual en los veintisiete países de la Unión Europea (contabilizando también a Turquía y Croacia), existen cinco mil sesenta y ocho cadenas de televisión, a las que hay que añadir las aproximadamente mil quinientas de ámbito local y esperando ver crecer el censo en cuanto se establezca de manera definitiva la TDT.

Así de crudo está el panorama, así de denso está el mapa, así de florido está el jardín que habita en nuestro plasma. Los mandos a distancia universales van a tener capacidades multifuncionales que nos pueden llevar a pasar más tiempo recorriendo el dial que presenciando cualquier programa. De los grandes latifundios catódicos a los microfundios digitales. De la globalización y masificación analógica a la fragmentación digital nano. Si seguimos a este paso lograremos que en una próxima constitución o declaración de derechos se reconozca que cada hombre o mujer tenga una cadena de televisión propia. Ya se intenta en la otra pantalla, la de internet en donde los blogs se han convertido en la atomización ombliguista de las soledades camufladas. Las paredes de los servicios públicos están limpias, los blogs han sustituido esa tendencia a la expresión rotunda y anónima. Ahora quien no tiene un blog debe ir al sicólogo.

Pero los números son tozudos, marcan una tendencia, nos advierten del ambiente en el que nos vamos a mover en los próximos tiempos. La vulgarización de las generalistas parece asegurada, y la multiplicidad de formatos clónicos, de los absurdos concursos y tertulias para atraer a los despistados, pero generación tras generación, la televisión va perdiendo poder. Hay tantas pantallas abiertas, tantas ofertas similares que al final será un electrodoméstico programable que pasará de ser esencial a funcional. No tiene otro futuro. Los números cantan.

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