El PNV ha vuelto a sellar su compromiso de fidelidad con el proyecto español, ahora con el PSOE -también lo hizo con el PP cuando hizo falta- en beneficio -dicen- del magro autogobierno vasco. A la hora de la verdad, el jelkidismo ha optado por la serenidad sumisa en un Estado que, por naturaleza y vocación, sólo busca la disolución de la realidad vasca en las turbias aguas de lo que -contra la propia Historia- siguen llamando España.