Algunos tienen un morro que se lo pisan. Y lo peor es que a los demás nos toman por tontos. Es una de las conclusiones que se pueden sacar del informe elaborado por LAB sobre el enchufismo existente en la Administración navarra. Si no, no se pueden comprender datos como que uno de cada cuatro trabajadores sea jefe, la mayoría nombrados a dedo. Sistema digital que se dice ahora.

De hecho, hay tanto jefe que muchos de ellos no tienen ningún subordinado. Es el sueño de cualquier vago: cobrar un sueldo de jefe y no tener que molestarte ni siquiera en mandar hacer nada a nadie. Que igual te ponen mala cara, y no es plan.

Pero el que ocupa el primer puesto del ranking de los que tienen mucho morro esta semana es Fernando Ferrín Calamita. Se trata de un juez de Murcia que no tuvo mejor ocurrencia que impedir que una lesbiana adoptara legalmente a la hija de su mujer pese a que tenía derecho a ello. Por eso, le han suspendido provisionalmente de empleo y sueldo a la espera de que se resuelva un juicio por el que le piden 18 años de inhabilitación por «retardo malicioso».

Pues resulta que Ferrín Calamita no ha tenido mejor ocurrencia que pedir que se deje sin efecto la suspensión porque no tiene medios para que su familia, compuesta por nueve miembros, pueda subsistir. Y eso que, según reconoce el propio juez, le van a pagar 1.200 euros al mes pese a que no va a ejercer de juez. Ferrín Calamita parece no haberse dado cuenta de que si ha sido apartado del ejercicio de la judicatura es porque los murcianos ya tienen bastante con aguantar a Javier Clemente en La Condomina y la política del presidente de la Región, Ramón Valcárcel, basada en el victimismo para pedir agua con la que seguir llevando a cabo una política basada en la especulación urbanística. Como para tener que aguantar además a un juez ultraconservador. Ya quisieran muchos ciudadanos tener esos 1.200 euros a fin de mes. Sin ir más lejos, los vascos que han tenido que pagar fianzas millonarias impuestas por otros jueces que todavía ejercen.