Mennekes ve un «sorprendente» paralelismo entre Oteiza y Beuys
A pesar de que nunca se habían encontrado personalmente ni habían tenido un conocimiento profundo el uno del otro, entre Jorge Oteiza y Joseph Beuys (Krefeld, 1921-Düsseldorf, 1986) existe un gran paralelismo. Así lo sostuvo Friedhelm Mennekes en Iruñea.
Iñaki VIGOR | IRUÑEA
«Estamos ante dos biografías, dos contextos geográficos y dos mundos artísticos distintos. A primera vista, no podrían ser mayores las diferencias entre Jorge Oteiza y Joseph Beuys. Pero algo les une a estos dos escultores del País Vasco y de Renania, a quienes les separaban trece años de edad: son artistas que ya vislumbran que el arte y el hecho de ser artista en estos tiempos significa más que el desarrollo de una identidad creativa y de una destacada particularidad estilística».
Esta es la tesis que desarrolló ayer Friedhelm Mennekes, director de la Kunst Station de Colonia y considerado como uno de los principales introductores de la obra de Oteiza en Alemania, en el congreso internacional sobre el escultor vasco que con motivo del centenario de su nacimiento se celebra estos días en la capital navarra. A su juicio, tanto Oteiza como Beuys desarrollan «una gran capacidad sensorial ante la naturaleza y ante todo lo que vive en ella, ante lo que se ve amenazado por la destrucción, ante las piedras y los árboles a la vez. Al mismo tiempo, y en el marco de su enfoque cosmológico, ambos artistas ven el mundo en movimiento y precipitándose hacia una muerte tremenda».
Mennekes admitió que existen diferencias entre el artista vasco y el alemán, pero sostuvo que, al mismo tiempo, «quedan estrechamente unidos en su concepto radical de una comprensión amplificada del arte y en su concepto artístico más amplio, que cada uno desarrolla a su manera».
El especialista consideró que este paralelismo es «un fenómeno sorprendente» de la historia del arte del siglo XX, y auguró que «su resultado y efecto perdurarán hasta bien entrado en el siglo XXI».
Tras advertir lo «complicado» que es para un artista el encontrar un camino propio, reconoció que tanto Oteiza como Beuys lo consiguieron y además compartieron «un mismo espíritu», para añadir que ambos tuvieron un punto de partida «romántico» y tomaron conciencia de la necesidad de renovar el arte de su época.
En la jornada de ayer también intervino Amador Vega, quien expuso una ponencia sobre Jorge Oteiza y el pensamiento estético-religioso. Este profesor de Filosofía de la Religión y de Estética en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona analizó varios textos de la obra escrita del artista oriotarra y extrajo la conclusión de que «el arte en Occidente da lugar a un pensamiento religioso».
Peio Aguirre, crítico de arte y comisario de exposiciones, desarrolló la ponencia «Algunas lecturas post-contemporáneas sobre Oteiza», centrándose en qué hay de actual en el escultor vasco y qué es lo que la nueva generación de artistas y críticos puede sacar de él. «En este sentido -explicó-, cualquier interpretación está sometida al desgaste del tiempo y la historia, por lo que no nos quedará más remedio que afrontar a Oteiza desde una mirada post-contemporánea».
Por último, Soledad Alvarez, catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo, explicó que hasta medidados de los años 50 Oteiza desarrolló una escultura que aún no se había desvinculado del concepto clasicista, pero que luego surgió «el Oteiza moderno, que rompe con el concepto volumétrico y el icono de la estatua».
«En estos días en los que todo el mundo parece poseer unos exhaustivos conocimientos sobre el escultor guipuzcoano, lo verdaderamente importante y sustancial es conocer a través del propio Jorge Oteiza quién es Jorge Oteiza». Así lo destacó José Luis Merino durante la presentación en Bilbo de su libro «Habla Oteiza», en un acto que se enmarca dentro de las actividades culturales programadas por el Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro.
Según informó el propio autor, se trata de once encuentros conversacionales realizados entre 1995 y 1998, en los que se habla de todo. «El escultor de la barba blanca -recordó- parecía disfrutar de cuanto le proponía en cada sesión. Gesticulaba y abría los ojos con espanto, y los cerraba cuando quería indicar su desaprobación o para afirmarse en la tesis que defendía. Cada encuentro constituía una actuación magistral en toda regla».
El libro, añadió Merino, refleja «al ser poliédrico con su faceta humorística y su rostro lleno de inteligente luminosidad», y también «a quien fuera una mezcla huracanada de fuego y brisa».
A las 19.30 de hoy se proyectará en el Museo de Nafarroa el documental «Oteiza 1908-2008», del director Alberto Gorritibera. Previamente se expondrán otras cuatro ponencias sobre el artista vasco.