La crisis del sistema financiero y su traslado a la economía real hace que los sectores más desfavorecidos estén pagando ya una factura muy elevada. Para empezar, muchos de los propios empleados de los bancos afectados por el desastre financiero se han visto en la calle cuando hace un año disfrutaban de unos sueldos excelentes, sobre todo aquellos relacionados con las actividades de especulación, que fueron tras la zanahoria de la retribución variable y terminaron devorados por la misma fiera que alimentaron. Se dice que han sido despedidos unos 125.000 empleados como consecuencia de la crisis, una cifra que pronto crecerá cuando Goldman Sachs deje sin trabajo a otros 3.200, tal como está previsto.

Y este sector, aunque pueda parecer inverosímil, no será el más perjudicado por sus propios excesos, un maldito privilegio que corresponderá a los trabajadores de las miles de pequeñas empresas ligadas, sobre todo, a los sectores industriales y la construcción. Si la recesión es larga y profunda, el problema del desempleo hará pequeño el drama financiero actual.