«Esperamos que ésta sea la última manifestación para exigir el cierre de Garoña». Así lo manifestó Alberto Frías, en nombre de Eguzki, durante la rueda de prensa que ofreció ayer en Gasteiz junto a representantes de las organizaciones sindicales, sociales y vecinales que han dado su apoyo a la convocatoria de la organización ecologista.

La manifestación tendrá lugar el próximo sábado, 1 de noviembre, y comenzará a las 19.00 en la Plaza Virgen Blanca, de Gasteiz. Eguzki, que ha buzoneado 60.000 hojas informativas animando a la población a participar en este acto, ha mostrado su deseo de que no acudan a la misma «quienes dicen que están a favor del cierre de Garoña pero nunca han puesto los instrumentos necesarios para hacer efectivo ese cierre».

En la comparecencia de ayer ante los medios de comunicación también se presentó un informe de 32 folios, elaborado por Eguzki, en el que se recogen numerosos aspectos relacionados con la central de Garoña y la energía nuclear.

En primer lugar, el informe recuerda la situación geográfica de Garoña y la distancia a algunas capitales vascas (40 kilómetros a Gasteiz, 54 a Bilbo, 118 a Donostia y 131 a Iruñea), para recoger a continuación las características técnicas de esta instalación y constatar que es la central más antigua del Estado español y la única de las de primera generación que sigue en funcionamiento tras el cierre de Vandellós I y Zorita.

El informe explica después el problema de la corrosión intergranular, que en el caso de Garoña ha obligado a realizar diversos arreglos entre 1977 y 1986. Esa fue también la razón de la grave avería que sufrió la central el 12 de diciembre de 1989, con una fuga de 250.000 litros de agua por rotura de una tubería de aspiración. Pero fue en 1994 cuando se conoció la existencia de grietas en el interior de la vasija del reactor, así como en 66 de las 97 penetraciones de dicha vasija. «La corrosión de tuberías es un grave problema sin resolver, a lo que hay que añadir el hecho de que las tuberías del interior de la vasija no se han podido inspeccionar desde su construcción -explica- porque resulta físicamente imposible acceder a ellas».

Principales problemas

El informe aborda también otros problemas que tiene Garoña, como el sistema de contención destinado a evitar que el material radiactivo se desprenda al exterior en caso de fuga, los vertidos líquidos y gaseosos que emite la central y los residuos sólidos que genera.

Uno de los apartados más significativos del informe se centra en las paradas y anomalías más importantes sufridas por Garoña, y en este sentido denuncia «las numerosas contradicciones y falsedades en que están incurriendo Nuclenor y el propio Consejo de Seguridad Nuclear en su afán por minimizar la gravedad de los problemas estructurales de esta central».

A la vista de todas las anomalías reconocidas por los propios propietarios de Garoña desde 1981 hasta la actualidad, la conclusión de Eguzki es que ocupa el primer puesto entre las instalaciones nucleares más peligrosas del Estado español.

Tras un apartado dedicado al mayor número de cánceres registrados en el entorno de la central, se analiza el plan de emergencia nuclear y se llega a la conclusión de que «parece hecho para cumplir los protocolos reglamentarios, más que para prevenir y resolver de forma eficaz situaciones de emergencia».

Por último, recoge los numerosos pronunciamientos institucionales contra Garoña y un anexo sobre los efectos de la radiactividad en la salud.