Analisis | Realidades invisibilizadas
El movimiento indio sigue vivo en EEUU
El estereotipo del indio en EEUU está ligado a la filmografía de Hollywood. Más allá, existe una realidad ligada a las demandas y a la resistencia de las distintas tribus y naciones indias frente a la política colonial y asimilacionista que, sin distinción, han llevado a cabo los gobiernos estadounidenses.
Txente REKONDO Gabinete vasco de Análisis Internacional (GAIN)
En vísperas de las presidenciales estadounidenses y con la gran atención mediática puesta en el largo circo electoral, el autor nos sigue acercando a esas otras realidades invisibilizadas. Una de ellas es la del Movimiento Indio Americano, que cumple además 40 años de vida.
El «descubrimiento» de India por parte de Cristóbal Colón traerá consigo la primera denominación de «indio» para los habitantes de lo que creyó eran las tierras de Asia. Ello ha acarreado cierta confusión terminológica. Posteriormente, ya a finales del siglo veinte, la utilización del término «nativo americano» buscaba una cierta neutralidad, enmarcada en lo políticamente correcto, pero no exenta de contradicciones. Así, cualquier persona nacida en EEUU pasaría a ser «nativa americana».
Por su parte la mayoría de los verdaderos nativos ha preferido mantener el término «indio», o el de «indio americano», ya que la aportación «neutra» les sugiere un claro intento de maquillar su terrible pasado por parte de las autoridades del país. La mayoría de organizaciones indias han decidido mantener esa denominación en sus propios nombres.
Los pueblos y tribus indias han tenido que soportar una doble colonización. Si primero fueron los europeos, posteriormente tendrían que hacer frente a la creación de un nuevo país, EEUU, donde la presencia del indio parecía un estorbo: «El único indio bueno es el indio muerto» como exponente de la actitud aniquiladora hacia los indios por parte de los nuevos colonizadores. Es paradójico que la revuelta de las colonias contra la metrópoli, que dará lugar a EEUU, y que se presentará como una lucha emancipadora y liberadora, se convirtiera acto seguido en una realidad que ha buscado reducir a la mínima expresión la rica y compleja vida de las tribus indias.
Las llamadas a «civilizar al indio», como ocurrió siglos antes en el sur del continente, no eran más que intentos por apropiarse de sus tierras y acabar con su forma de vida y su organización social. Las guerras y las masacres contra la población india serán una constante en esa política civilizadora, como lo serán la sucesión de acuerdos y tratados que no se cumplirán por parte de los diferentes gobiernos de la ciudad de Washington.
Coincidiendo con las celebraciones en torno a Mayo del 68, este mismo año se han cumplido los cuarenta años de la creación del Movimiento Indio Americano (AIM), que supuso la articulación de un movimiento organizado para defender los derechos y los intereses de la población india. Unos activistas indios que coincidieron en las prisiones de EEUU serán el motor de esta gestación.
Surgido en un primer momento como la fórmula idónea para hacer frente a la brutalidad y abusos policiales, pronto se encaminó a la defensa del conjunto de intereses indios ante el abandono o marginación que sufrían por parte del gobierno y el sistema estadounidense. La toma de tierras y los enfrentamientos con las fuerzas policiales se sucedieron a comienzos de la década de los setenta, y en uno de esos choques se cimentaría la encarcelación de Leonard Peltier, preso político que todavía permanece en prisión.
Tras un incidente en 1975 que se saldó con la muerte de un miembro del AIM y de dos miembros de FBI, fue sometido a un juicio repleto de abusos y manipulaciones y sentenciado a dos cadenas perpetuas.
Desde entonces la campaña para exigir su libertad ha cruzado muchas fronteras, pero los dirigentes de Washington se niegan a reconsiderar el caso y rechazan la solicitud de clemencia presentada por el propio Peltier, como única vía para lograr su puesta en libertad en el modelo judicial estadounidense.
El movimiento indio ha mantenido otras campañas, como la que se oponía a la utilización de la imagen de un indio como mascota de algunos equipos deportivos, o la creación de instituciones que han llenado el vacío gubernamental a la hora de ofrecer servicios a su población.
La actitud del gobierno norteamericano hacia las naciones indias incluye un sinfín de tácticas y maniobras para controlarlas o, simplemente, hacerlas desaparecer. A la derrota militar del siglo XIX le siguieron la creación de reservas, una asimilación cultural forzada, desprecio hacia las lenguas y culturas indias y la gestación de una política que ha supuesto efectos negativos sobre el conjunto de la población (alcoholismo, diabetes, problemas cardiacos y altas tasas de suicidios).
Ofreciéndoles la ciudadanía estadounidense se ha pretendido acabar con la soberanía india y diluir esa realidad dentro del sistema. Por norma general ese reconocimiento legal se ha quedado en papel mojado a la hora de su aplicación.
Una de las claves del activismo indio radica en «desmontar la mitología que presenta al estado como algo hegemónico en materia de soberanía». Ello permitiría articular un espacio soberano pleno antes que aceptar un terreno limitado que siempre será dependiente de otro mayor, en este caso el actual estado norteamericano.
Conceptos como descolonización, recuperación de lo arrebatado y reparo de las atrocidades cometidas son algunos de los ejes del moviendo indio actual, al tiempo que buscan recuperar su forma de organización y su propia soberanía.