La controvertida reforma educativa italiana fue aprobada definitivamente ayer pese a las numerosas protestas y manifestaciones que han tenido lugar y la convocatoria de huelga general que paralizará hoy todas los centros educativos del país.

El decreto gubernamental de reformas, que ya fue aprobado por los diputados, se convirtió en ley en el Senado con 162 votos a favor, 134 en contra y tres abstenciones.

Fuera de la Cámara Alta, unos 5.000 estudiantes, vigilados estrechamente por la Policía, denunciaron «la destrucción de la escuela pública» y pidieron la dimisión de la ministra de Educación, Mariastella Gelmini.

«Lamento que tantos jóvenes hayan sido manipulados por la izquierda», declaró poco después de la votación el primer ministro, Silvio Berlusconi.

«No se trata de una reforma sino de una sangría de recursos directamente inspirada por el ministro de Economía, Giulio Tremonti», proclamó en el debate la senadora Anna Finocchiaro, del Partito Democratico (PD, centroizquierda).

«La reforma tiene el apoyo de la mayoría de los italianos. Volvemos a la escuela de la seriedad y del mérito», replicó Gelmini.