La televisión es un espejo social. En teoría, refleja todo aquello que sucede. Las prevenciones y reticencias es porque, además del enunciado teórico, sabemos las prácticas vigentes, por lo que muchas veces no reflejan toda la verdad, ni siquiera una cuarta parte. Y lo que dejan ver está maquillado. Por lo tanto, si atendemos a lo estadístico, que una inmensa mayoría de nuestros conciudadanos se informan solamente a través de la televisión, podremos considerar que muchas de las cosas que por ella emanan son, a su pesar, ejemplarizantes.

Están deteniendo a muchos alcaldes y concejales de la costa levantina, ahora del partido llamado socialista, por negocios turbios con el ladrillo. La metástasis de este cáncer irán aflorando por todo el cuerpo político y económico en cuanto los señores jueces y fiscales les dé la gana. Las consignas políticas serán las de colocar el silenciador, y es bastante evidente que la simetría en salir a la luz pública los escándalos de uno y otro partido es elocuente en sí misma. Lo cierto es que las prácticas políticas son un espejo que devuelve corrupción y malas artes. Y si las cámaras repasan las sesiones del parlamento español entonces podemos asegurar que esos señores diputados no se ganan el sueldo, que estamos ante una clase política de puro cachondeo, que practican el absentismo laboral con premeditación, alevosía y dietas.

Lo grave es que las televisiones pagan a los chorizos. Se van a producir o se han producido ya sendas comparecencias televisivas de Luis Roldán y Julián Muñoz. Son dos ladrones confesos y sentenciados, pero cobran dinero por contar sus mentiras ante las cámaras. Se supone que las cadenas, si les pagan, es porque piensan sacar beneficios en audiencias, pero lo cierto es todo es bastante sospechoso. Ejemplarizar con chorizos puede ser negocio, pero es inmoral. Estos individuos, y otros muchos de su casta, solamente deberían salir en programas de delincuentes peligrosos. Pero los medios de comunicación y las televisiones andan bastante despistados y en maridajes muy extraños. Por poner un ejemplo reciente, ¿es posible criticar en un canal a alguien que te pone un anuncio de un millón de dólares? No.