Fellini, una vida soņada
Iratxe FRESNEDA
Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual
El circo. Un universo en el que la decadencia y la magia vagan de la mano. Fuente de inspiración para artistas, cantantes y cineastas, como Federico Fellini. De ahí surgió en parte su visión estética y humana de la vida. Coautor del guión de «Roma ciudad abierta», de Roberto Rossellini, como éste buscó en las calles de una Italia desolada la inspiración y la materia para el celuloide.
Obsesionado por la soledad del ser humano, viajó más allá del neorrealismo italiano para encontrar nuevos horizontes expresivos. Abrió una tienda como dibujante de historias graficas y caricaturas en Roma, amó a Giuletta Masina, se fugó de casa a los nueve años para seguir a un circo y murió donde vivió.
Al menos eso es lo creemos. Una vida inventada por un mago imaginativo que no dudaba en reconocerlo: «Los filmes sobre mi pasado recogen recuerdos que son completamente inventados. Y al final, ¿eso qué importa?». Nada, al final pocas cosas importan. Ni siquiera que, cuando subas a un escenario para recoger un premio Oscar (uno de honor), corten para emitir anuncios publicitarios. Felliniano.
El sicólogo Ernst Bernhard, uno de sus amigos mas íntimos y consejero «vital», ayudó a Fellini a sacar chispas a su imaginación con tareas como la de elaborar un diario personal. Un diario en el que Fellini, en lugar de escribir, dibujó hasta crear una Biblia «de sueños y signos, de apuntes rápidos y agramaticales». «El libro de los sueños», el diario del subconsciente de Fellini, era un secreto guardado desde la muerte del cineasta en la caja fuerte de un banco romano. Sus huellas se dejan ver en láminas pintadas con rotuladores, lápices de colores y pegamento en las que Fellini pescaba situaciones y personajes humorísticos o absurdos que más tarde reaparecían en sus películas.
Películas en las que infierno y paraíso se confunden. Películas inolvidables; «La estrada», «La dolce Vita», «Amacord», «Las noches de Cabiria»... Sus personajes permanecen, sus sueños, algo con lo que le apasionaba vivir, habitan en sus películas. Quince años después, Hollywood busca reinventar a Fellini. Cuatro proyectos compiten estos días por resucitar su imaginario. «Nine», «Viaje a Tulúm», «In the valley of the butterflies» y «Fellini black & white» ya estan en marcha. No importan los intentos. Sin Fellini no hay exceso, ni capacidad auténtica de provocación ante la mediocridad de la cultura del éxito, ante la dictadura de la razón.