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Presidenciales estadounidenses

El fantasma del fraude, decisivo en los dos triunfos de Bush, sigue ahí

Ya se han registrado en varios estados que serán claves en la las elecciones del martes investigaciones federales por manipulación del proceso de empadronamiento y advertencias de intentos para suprimir el voto en varias regiones. No sorprende que la mayoría de los estadounidenses -58%, según CNN- dude de que los votos serán emitidos y contados de manera fiable en el país que insiste en presentarse como el modelo de las democracias modernas.

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David BROOKS | «LA JORNADA»

Depositar una papeleta en una urna es supuestamente el acto de ciudadanía más sagrado y que define la existencia de una democracia. Hoy, en EEUU, pocos confían en que el sistema electoral registre de manera precisa la voluntad del pueblo. No hay garantía de que cada ciudadano tenga acceso pleno a las urnas ni que al salir de una casilla su voto quede correctamente registrado, y esos defectos no incluyen las manipulaciones del voto, incluido el fraude.

Las dos presidenciales pasadas fueron manchadas por fraude y manipulación del voto y hasta la fecha nadie puede confirmar el recuento real.

La ausencia de reglamentos federales y, sobre todo, de una autoridad electoral para supervisar las elecciones a nivel nacional, no mejora las cosas. Peor aún, en los hechos, la elección presidencial se realiza como si fueran 51 procesos electorales simultáneos (en cada uno de los estados más la capital), cada uno con sus reglas y autoridades, partidistas y no neutrales.

La experiencia de 2000 provocó la promulgación de una ley otorgando casi 4 .000 millones de dólares para que los gobiernos estatales adquirieran máquinas de votación electrónicas. Pero, en 2004, se detectaron serios problemas con miles de las nuevas máquinas, que cambiaron el voto emitido o lo anularon, y se comprobó que eran vulnerables a la manipulación electrónica y se podían registrar o cambiar miles de votos. Muchas no ofrecían un registro del voto en papel.

Ahora, expertos han propuesto regresar a las viejas prácticas de votar en papel. Decenas de miles de máquinas electorales recién compradas ya han sido tiradas a la basura en Florida y otros estados, y la mayoría de los ciudadanos votarán de nuevo en papeletas.

Estos problemas podrían ser aún mayores, ya que se espera una participación sin precedentes en tiempos modernos, algo que podría poner enorme presión a un sistema ya de por sí vulnerable y defectuoso.

Las denuncias de manipulación del padrón y fraude ya se han registrado en varios estados. Hay casos de pura ineptitud, como en Mississippi, donde en marzo una funcionaria purgó más de 10.000 votantes del padrón, por error.

Más preocupantes son las iniciativas estatales promovidas generalmente por republicanos para imponer mayores requisitos para votar, según las cuales la identidad de un elector tendrá que ser exactamente la misma que aparece en el padrón, lo que se critica como un intento de suprimir el voto.

«The New York Times» ha advertido de que podrían haberse «purgado» decenas de miles de nombres en seis estados considerados claves en esta elección (Colorado, Indiana, Ohio, Michigan, Nevada y Carolina del Norte), en lo que sería una violación de la ley federal. De hecho, podrían ser cientos de miles, tal vez millones, los afectados. En Wisconsin, el registro del 22% de los empadronados tenía errores, según la revista Time.

El candidato republicano, John McCain, ha denunciado a la organización ACORN por planear «uno de los fraudes más grandes de la historia de este país». ACORN, vieja agrupación dedicada a la organización comunitaria en zonas marginadas y de bajos ingresos que generalmente son terreno demócrata, hizo una campaña de empadronamiento y reconoció que el 30% de los 1,3 millones de nuevos empadronados tenían fallos en su registro. Los republicanos han convertido esto en un complot demócrata al vincular a ACORN con Obama.

El objetivo de los republicanos sería promover confusión, dudas y la base para cuestionar los resultados en caso de que finalmente triunfe el demócrata.

Fraude electrónico

Y es que los fraudes recientes no se han realizado por votantes en los colegios. Para expertos como el profesor Mark Crispin Miller, de la Universidad de Nueva York, el fraude no se lleva a cabo de la forma primitiva al intentar rellenar urnas y lograr que alguien vote varias veces, sino electrónicamente.

En Ohio, en 2004, esto se logró de manera cibernética, por medio de programas que cambian los resultados en las computadoras donde se registran los conteos de cada casilla.

También están los trucos de siempre. Volantes distribuidos en zonas demócratas informando a los ciudadanos de que el voto es el miércoles y no el martes, llamadas generando confusión o hasta intimidación (que la ubicación de los colegios ha cambiado o que podría ser detenido al votar si tiene alguna violación legal en su historial...), y la difusión de rumores sobre nuevos requisitos para votar, entre otros.

Tampoco los demócratas son santos, y tienen una larga historia en algunas de estas tácticas para manipular el voto. Todo indica que uno de sus grandes héroes, John F. Kennedy, llegó a la Casa Blanca en parte gracias a un fraude electoral.

O sea, el ejercicio electoral aquí afronta operaciones para suprimir el voto, intentos para evitar o reducir la participación, descalificación de miles de votantes legítimos, máquinas que no registran el voto y el fraude electrónico. La democracia parece ser algo secundario.

 
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