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Floren Aoiz www.elomendia.com

UPN gira para seguir cerrando la muralla

Bien podría ocurrir ahora que UPN terminara por compartir poder con el PSN, aunque eso supusiera perder alguna poltrona. Todo para cerrar la muralla. Todo para impedir cualquier modificación del estatus actual de Nafarroa

Antonio Casado habla en elconfidencial.com de «cierre de la muralla a los sueños anexionistas del nacionalismo vasco» refiriéndose a un eventual acercamiento del PSN (que llama navarrismo de izquierdas, supongo que para disgusto de los de Batzarre) al navarrismo de derechas de UPN como contrapartida a las actitudes que han desembocado en la ruptura del pacto UPN-PP. La idea de cerrar la muralla es bastante buena, aunque es difícil que el PSN se acerque más a UPN, porque hace mucho que bailan juntos sin salirse de la baldosa. Lo importante es la percepción de Casado, que no todos han tenido en Madrid, de las verdaderas motivaciones del viraje de UPN.

Sanz y sus correligionarios han sido tomados poco menos que por separatistas. Si hay un movimiento poco sospechoso de separatismo con respecto a España es el navarrismo, que por otra parte no puede entenderse más que como separatismo con respecto a Euskal Herria, pero en Madrid no han querido ver más que insumisión, rebeldía y disidencia. Una clase política que nunca ha llegado a fiarse de la Ertzantza, ni cuando detiene e «interroga» a militantes vascos, ha reaccionado con un indisimulado malestar al atrevimiento de la dirección de UPN. Eso no se hace. El pacto UPN-PP representaba la unidad «nacional» y romperlo es tanto como proclamar la independencia navarra.

Miguel Sanz no haría esto ni harto de patxaran, pero en Madrid les da igual. Para un nacionalista español, un navarro nunca es totalmente de fiar. Lo decían en el siglo XVI, lo repetían con más fuerza incluso en el XIX y esta desconfianza ha pervivido hasta el presente. Que se lo digan al conde de Lerín, que pese a abrir las puertas de Nafarroa al invasor llegó a ser visto como sospechoso. Por profunda que sea la adhesión de un navarro a la monarquía española, nunca es suficiente y la menor disonancia basta para activar los resortes de la desconfianza y la sospecha.

En el fondo, es curioso, pero hasta alardeando de españolismo un navarro es diferente. Y eso los españoles españolistas lo notan. Y el fanatismo españolista les impide apreciar la verdadera motivación del viraje de UPN. ¿Ansia de seguir en el poder? ¡Claro que sí, esto no lo duda nadie! Pero no se trata sólo de esto. Hubo un momento en el que la derecha navarra se echó a un lado para que el PSOE llegara al gobierno y rematara la faena de la partición. Bien podría ocurrir ahora que UPN terminara por compartir poder con el PSN, aunque eso supusiera perder alguna poltrona. Todo para cerrar la muralla. Todo para impedir cualquier modificación del estatus actual de Nafarroa.

Porque de eso se trata. Los españoles, tras su conquista de 1512, destruyeron torres, castillos y murallas para someter a la población. La muralla que quiere mantener UPN de la mano del PSOE es consecuencia de la pérdida de la estatalidad, un efecto de la colonización, que siempre procura crear división entre los colonizados. Es una muralla contra el cambio, para encerrar a la población navarra en un gran cortijo, sin derechos, sin posibilidad de decidir sobre su futuro.

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