«La UE se ha movido de una posición que pretendía ser neutral a otra de cómplice»
El analista político Omar Barghouti es uno de los impulsores de la campaña de boicot, desinversión y sanciones a Israel para poner fin al colonialismo en los territorios ocupados en 1967, acabar con el sistema racista y de apartheid que discrimina a los palestinos en Israel y forzar a que se cumpla el derecho de retorno de los refugiados. Estos días ha participado en «La Iniciativa de Bilbao».
¿Conociendo la experiencia sudafricana, por qué se ha tardado tanto en poner en marcha una campaña de boicot a Israel?
La campaña de boicot no comenzó en 2005, tiene sus raíces en el momento en que empezó el colonialismo. Durante la primera intifada, en 1987, hubo un movimiento muy fuerte dentro de Palestina de boicot a los productos y servicios israelíes, y antes de eso ya había distintas iniciativas de boicot hacia Israel. Pero la primera forma institucionalizada de boicot comenzó en 2004, con la campaña de boicot cultural y académico, y en 2005 empezó el boicot a todos los productos de Israel, en general, de forma institucionalizada. El detonante fue la Conferencia contra el Racismo de Durban, pero lo reforzó la respuesta israelí y la dura represión durante la segunda intifada, que comenzó en 2000.
¿Esta campaña trata de suplir la indiferencia de gobiernos e instituciones?
Efectivamente, gobiernos e instituciones han fallado. No han hecho nada durante sesenta años. Por eso apelamos a la sociedad civil internacional para lograr su apoyo con el fin de acabar con la opresión y la represión que existen en Palestina.
Usted dijo que la campaña BDS se planteó para luchar contra las tres principales injusticias israelíes. ¿Cuáles son?
Terminar con el colonialismo y la ocupación en los territorios ocupados en 1967. Acabar con el sistema racista y de apartheid dentro de Israel, que discrimina a la población palestina dentro de Israel. Y, muy importante, poner fin a la negativa de Israel a que se cumpla el derecho de retorno de los refugiados. Es importante matizar que se utiliza un enfoque de derechos y no de soluciones.
¿Cuáles son los principales obstáculos?
Hay muchos y el principal es el lobby sionista a nivel mundial, pero, sobre todo, en la Casa Blanca, aunque también en Bruselas. Además está el miedo de instituciones y gobiernos de juzgar a Israel en base a la legislación internacional que se debería cumplir en todo el mundo, pero ante la cual a Israel se le da un estatus especial. Es un obstáculo importante también la preocupación de la sociedad civil de que esta campaña pueda ser considerada como una iniciativa antisemita o que traicione el recuerdo del Holocausto. Eso es totalmente falso por varias razones. La principal es que el boicot no está dirigido a la población judía ni a los israelíes por ser judíos, sino al Estado de Israel y las instituciones que colaboran en promover la represión y el racismo. Nos da igual que la represión a la que está sometido el pueblo palestino provenga de judíos, hindúes, musulmanes o quien sea. Por otro lado, no hay que pensar que las acciones dirigidas contra el Estado israelí están dirigidas contra la población judía. Ésta no puede ser responsabilizada de los delitos contra el derecho internacional humanitario que comete Israel. Hay que destacar que mucha de la gente que en Israel apoya el boicot son activistas judíos.
¿Cómo valora el silencio cómplice de la comunidad internacional y, en especial, de la Unión Europea (UE) frente al drama del pueblo palestino?
La UE se ha movido de tener una posición que pretendía ser neutral a una en la que es cómplice. Cuando Israel comete crímenes genocidas contra el derecho internacional humanitario en Gaza o de limpieza étnica en Cisjordania, la UE le recompensa mejorando el estatus de sus relaciones. La UE no sólo ignora el derecho internacional humanitario sino sus propias leyes, ya que en sus acuerdos comerciales y de asociación con otros países existe una cláusula de promoción de los derechos humanos. Por tanto, ahora la UE es partícipe del delito.
¿Sirven de algo conferencias como las de Oslo o Annapolis, además de para legitimar el «status quo»?
Sirven para encubrir los crímenes de Israel y para dar una sensación que le interesa a la política de EEUU pero son muy negativas para la causa palestina.
Esos procesos le permiten a Israel seguir con la colonización y construyendo, por ejemplo, colonias ilegales en territorio ocupado. En el momento en que Annapolis comenzó, el bloqueo contra Gaza estaba en su punto más álgido. Esas conferencias sirven para encubrir la continuación del proceso de limpieza étnica y de comisión de delitos de lesa humanidad por parte de Israel, pero dando la la sensación de que el «proceso de paz» continúa.
Ha denunciado actitudes paternalistas, ¿por parte de quién?
He hablado de actitudes paternalistas por parte de grupos que se hacen pasar por grupos de solidaridad pero que no escuchan a la sociedad palestina. Son grupos que nos dicen «ustedes no saben lo que quieren, nosotros vamos a decirles lo que es bueno para ustedes. Las campañas como la BDS no son realmente lo que necesitan, no son buenas para ustedes». Esos grupos no se pueden llamar de solidaridad. Por supuesto, no es algo que existe sólo en Europa, pero es una enfermedad de la población blanca europea. Es la herencia colonial y es la forma de comportarse y de decirles a los nativos que no saben hacer nada y cómo tienen que hacer las cosas.
¿Esta campaña es una forma de decir que los palestinos toman sus propias decisiones y defienden su derecho de autodeterminación?
Exactamente. Es una forma de que los palestinos asuman de nuevo la toma de decisiones y también obedece a la función de fortalecer y reforzar los procesos de solidaridad y de colaboración de los movimientos palestinos y la solidaridad internacional, y de volver a colocar a Palestina en el mapa de la comunidad internacional. La campaña, igual que sucedió en Sudáfrica, va a jugar un papel muy importante en volver a unir a la sociedad civil internacional que apoya a Palestina con los movimientos palestinos. Y unificará esos espacios de una forma muy efectiva.M. ISASI