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Belén Gopegui 2008/10/28

Defendiendo a Cuba nos defendemos

(...) El bloqueo no es una mera sanción económica abstracta sino que detrás del bloqueo, como siempre ocurre en la economía, hay vidas concretas. (...)

Mientras dura, cada uno de los días desde hace cuatro décadas, esa agresión ilegítima, los que defendemos a Cuba tenemos en nuestros países que atender a otra clase de agresión, sin duda menor pero constante y ante la que resulta difícil combatir en igualdad de condiciones. Se trata del uso de la mentira amparado y no solo amparado, a menudo propugnado por los grandes medios de comunicación. (...)

Quienes defendemos a Cuba tenemos que buscar la verdad en lugares distintos a los grandes periódicos o las grandes emisoras. Pero la verdad está, por el momento al menos, accesible aunque no sea por caminos llanos.

Debemos seguir buscando esa verdad. Y no porque la Revolución cubana necesite que lo hagamos, sino porque nosotros y nosotras lo necesitamos. Porque defendiendo a Cuba nos defendemos. Porque si abandonáramos a la Revolución cubana nos abandonaríamos a nosotros mismos.

Entre las mentiras que se lanzan contra Cuba figuran a veces supuestas violaciones de los derechos humanos. Deberíamos recordar a quienes tanto usan esas dos palabras, que los derechos humanos a los que acuden tienen una legitimidad revolucionaria. Fueron proclamados después de luchas duras y difíciles. Aún así, sabemos bien que son muy pocos quienes disfrutan realmente de esos derechos, pongamos a la educación, a la asistencia médica, al trabajo, pongamos incluso a la vida.

Sabemos más, sabemos que esos derechos a veces están formulados de manera confusa: ¿qué es el derecho a «un nivel de vida adecuado»? ¿Adecuado tal vez en función de la clase social a la que se pertenezca? ¿O qué es, por ejemplo, el derecho a una limitación «razonable» de la jornada de trabajo? ¿Razonable para quién, para el empresario, o para el trabajador? (...)

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