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CRÍTICA cine

«El nido vacío» Reencuentro

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Koldo LANDALUZE

La primera escena simboliza toda una declaración de intenciones por parte de un Daniel Burman juguetón y que no ha dudado en ampararse, con total desparpajo, en el imaginario de diván y comedia de Woody Allen. Si bien utiliza una escala de valores generacionales diferentes, este filme engarza directamente con sus dos películas anteriores  –“El brazo partido” y “Derecho de familia– y lo hace desde la convulsión doméstica que supondrá la plasmación real del síndrome que presta su nombre al título de este filme irregular, confuso cuando bordea lo ridículo que suenan algunas situaciones y estimulante en su intento por arrancar una sonrisa cómplice a muchos espectadores que se sentirán identificados con los diversos capítulos que componen esta crónica familiar protagonizada por dos seres que deberán volver a conocerse pasada una etapa crucial en sus vidas.

Atrapada en su nido, la pareja formada por un dramaturgo de éxito y su hiperactiva compañera sentimental, debe iniciar un lento proceso de reaprendizaje cotidiano en su relación y en cuanto sus hijos han decidido abandonar el hogar familiar para iniciar, por su cuenta y riesgo, su propia epopeya vital.

Esta situación se convierte en catársis en cuanto salen a relucir los secretos silenciados durante una convivencia que adolecía de comunicación. Para personificar estas conductas, Burman ha contado con las desiguales interpretaciones de un «acaparador» Óscar Martínez y una Cecilia Roth que se desenvuelve con soltura en su rol secundario.

Un montaje bien medido, un guión plagado de diálogos y aciertos como las escenas que se desarrollan en Israel, no logran evitar las carencias evidentes de un argumento un tanto arquetípico, aderezado con humor judío y rácano en intenciones. Burman, en resumen, elude el naufragio y llega a puerto a duras penas con una comedia muy ligera y que desbarra en demasiadas ocasiones por culpa de un cúmulo de escenas gratuitas y un personaje central que no despierta demasiadas simpatías en el patio de butacas.

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