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Juan Mari Arregi Periodista

Cuatro-Cuatro-Mil

Al constatar la incapacidad de la jerarquía de la Iglesia para comprometerse con el Pueblo Trabajador Vasco, unos optamos por abandonarla y otros siguen. Todos sin embargo, estoy seguro, luchábamos y seguimos luchando por construir una Euskal Herria justa, libre, euskaldun, independiente, socialista y solidaria

El curioso titular que acompaña este pequeño recordatorio fue la consigna que, por razones de seguridad y más en aquellos tiempos del franquismo, se acordó para llevar a cabo la primera ocupación de una sede de la Iglesia, como fue el Seminario de Derio, hace ahora 40 años, por parte de un grupo de sesenta sacerdotes de Bizkaia. Fue el cuatro de noviembre de 1968, a las cuatro de la tarde, y con mil pesetas para gastos de organización. Una ocupación que duró 25 días y que marcó un hito en la historia de la Iglesia vasca. Quien suscribe fue uno de aquel grupo conocido por Gogortasuna. Las razones que motivaron aquella ocupación se mantienen aún de alguna forma y sobre todo nuestra juventud, como tantas otras historias de nuestro pueblo, la desconoce.

Opresión del Pueblo Trabajador Vasco (PTV). La situación sociopolítica estaba dominada por la represión política, nacional y social. Estaba cerca aún el nacimiento de ETA y la muerte por la Guardia Civil de Txabi Etxebarrieta. Como cerca estaba la larga e histórica huelga de los trabajadores de Bandas de Etxebarri (antigua AHV). Las detenciones y torturas de sindicalistas y militantes de distintos grupos políticos y sociales, entonces en la clandestinidad, eran el pan diario. También las ikastolas sufrían la clandestinidad y represión. Los derechos de reunión, asociación, libertad de expresión, prohibidos. Algunos grupos de curas y laicos colaboramos prestando nuestras casas o instalaciones parroquiales a distintos militantes, e incluso colaborábamos en la elaboración y difusión de la propaganda clandestina con aquellas famosas multicopistas, las «vietnamitas».

Las jerarquías de la Iglesia servían al poder político y económico y callaban ante la feroz represión. Los obispos nombrados para los herrialdes vascos, previa consulta con el Gobierno franquista, eran o españoles o vascos «españolistas» defensores de la unidad española y enemigos del euskara. La organización territorial de la Iglesia vasca estaba configurada desde Madrid y París tratando de desvertebrar Euskal Herria. Así, las Diócesis de Bilbo y Gasteiz dependían del Arzobispado de Burgos, Gipuzkoa de Calahorra, Nafarroa de Tudela, y Baiona de Burdeos. Los obispos de Euskal Herria dependían y dependen de las Conferencias episcopales española y francesa.

En ese contexto, fruto de los contactos y debates entre sacerdotes de la zona más euskaldun y de la margen izquierda, se pudo desarrollar una estrategia basada en la conciencia nacional y social que dio sus primeros frutos: una manifestación de unos ochenta sacerdotes en 1967 frente al Gobierno Civil de Bilbao en solidaridad con los huelguistas de Bandas; dos ocupaciones en 1968 del Obispado de Bilbao para denunciar la represión política y social que sufría el PTV, y la colaboración de la Iglesia con la dictadura franquista. Como la jerarquía eclesiástica entonces en Bizkaia, con el obispo Pablo Gúrpide a la cabeza y otros mandos intermedios, no respondían a nuestras denuncias y reclamaciones se decidió la ocupación del Seminario de Derio que se inició el 4 de noviembre y concluyo el día 29.

Reivindicaciones. Dos portavoces de los ocupantes se desplazaron en dos ocasiones durante la ocupación hasta el Vaticano y entregaron un amplio documento. En el mismo se reclamaba una «Iglesia pobre, libre, dinámica e indígena» o encarnada en su pueblo que denunciara la «opresión política y capitalista» que padecía el PTV, que ya entonces lo definíamos como compuesto por quienes vivían y trabajaban en Euskal Herria. Asimismo se reclamaba un administrador apostólico que sustituyera al obispo de Bizkaia, la elección de obispos con participación popular y la creación de una Conferencia Episcopal Vasca con los obispos de Bizkaia, Araba, Gipuzkoa, Nafarroa y Baiona.

Tras el nombramiento de un administrador apostólico, el obispo vasco José María Cirarda, concluyó la ocupación. Cirarda, sin embargo, no respondió a nuestras expectativas cuando constatamos que no se atrevió a denunciar las torturas de uno de los sacerdotes ocupantes que le narró en la misma cárcel de Basauri y cuyas huellas corporales se negó a ver.

Compromiso, cárcel y exilio. ¿Qué pasó con aquellos curas? La ocupación sirvió para adquirir o profundizar en un compromiso personal de renunciar al sueldo del Estado lo que conllevaba buscar trabajo civil así como de comprometerse con la causa del PTV. Así, pocos meses después, muchos de aquellos fueron detenidos o tuvimos que exilarnos tras la feroz represión de abril de 1969 tras la caída del comité ejecutivo de ETA... Como respuesta a esa represión, cinco de aquellos que no habían sido detenidos aún realizaron una huelga de hambre en el Obispado de Bilbo que les costó hasta doce años de cárcel en la Cárcel Concordataria de Zamora. Otros fueron detenidos, procesados y condenados posteriormente a largas penas de cárcel.

Al constatar la incapacidad de la jerarquía de la Iglesia para comprometerse con el PTV, unos optamos por abandonarla y otros siguen. Todos sin embargo, estoy seguro, luchábamos y seguimos luchando, desde nuestro pequeño rincón, por construir una Euskal Herria justa, libre, euskaldun, independiente, socialista y solidaria.

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