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Raimundo Fitero

Cambio

No es lo mismo tener a un campeón que a un segundón. La última carrera de F1 que ha retransmitido Tele 5, tuvo una audiencia magnífica, pero casi un millón y medio menos de telespectadores que la del año pasado. ¿El motivo? Que entonces todavía podía existir un milagro con Fernando Alonso y en esta ocasión solamente se jugaba en campo contrario, es decir se podía producir la satisfacción del idiota, que no ganara Hamilton, corredor que se ha convertido en el foco de los patrioterismos baratos, las inquinas y las insidias. Este joven, de imagen turbia debido a una superprotección paterna, es un magnífico corredor de automóviles. Y ha destronado a Alonso de ser el de menor edad que consigue el campeonato. Hay competencia para próximos años. Pero esta última carrera, con el triunfo de un corredor afroeuropeo, como simbología oportunista que puede tener su correspondencia mañana con Obama, tiene, en términos televisivos otra lectura. La cuatro próximas temporadas las carreras de coches se verán en La Sexta, una cadena que en el último mes ha ido creciendo en audiencias, mientra s baja Cuatro, dijéramos su competencia directa por ser las últimas generalistas en aparecer en el panorama analógico, la primera estatal va creciendo, Tele 5 sigue líder pero con la menor diferencia de los últimos meneses y con los números absolutos más bajos, mientras Antena 3 sigue en una fase neutra que probablemente desembocará en tormenta. Es decir viene cambio. Los números de La Sexta se basan en fútbol y humor, aderezados de algunas series de interés. La incorporación de un producto de alto consumo como la F1 es una apuesta bastante segura. Y lo será porque no solamente han comprado los derechos de emisión a un precio exorbitado, sino que han fichado al equipo que retransmitía las carreras en Tele 5. El calvo, ahora es de La Sexta. Se trata de una operación empresarial bastante sensata. Pero como Alonso no tenga coche para subir al podio, todo se puede derretir en cuatro meses. La apuesta no es nada mala, y seguro que se acompañará de otras acciones igual de agresivas. Esta cadena ha llegado para quedarse y mover el cotarro.

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