Crónica | Carnicerías y pescaderías, ante la crisis
La carne de pollo y la sardina tendrán que esperar
La crisis ha llegado a la cesta de la compra. Lo dice la apuesta por los productos blancos. Pero el consumidor vasco, acostumbrado a la carnicería y la pescadería, ¿alterará sus hábitos? De momento, se nota algo, aunque no de manera acusada. El pollo y la sardina deberán esperar.
Joseba VIVANCO
Los doce euros que le costaron por la mañana a Nerea los 750 gramos de filetes de brazuelo de ternera se habían casi esfumado por la noche cuando su familia numerosa se sentó a la cena. En la nevera, quedaban los 7 euros del kilo de salchichas, los casi 8 del kilo de lomo adobado y el 1,9 de una morcilla. Tras el paso por la carnicería de su pueblo había hecho, como vulgarmente se dice, «la mañana». ¿Se percibe ya la crisis económica entre los clientes habituales de carnicerías y pescaderías? Pues depende del lugar, pero de momento, la gente no ha renunciado ni a la carne ni al pescado, aunque se mire más al euro.
Javier Prados es gerente del Gremio de Carniceros navarros. Afirma que la crisis no se ha dejado notar en el sector hasta hace tres semanas, aunque sí aprecia «una tendencia a la hora de ajustar más en las compras». Por los comentarios de los asociados, «parece que la gente empieza a calcular mejor las cantidades que pide, intentar que no le sobre, y también se ve una tendencia hacia la repetición de compras; es decir, en lugar de hacer una compra fuerte como hasta ahora, volver a la vieja fórmula de venir a comprar dos o tres veces a la semana».
Tendencias, por el momento, «que ya veremos en los próximos meses si desemboca en bajones o no, algo que no creemos porque hablamos de alimentación», confía. «Eso sí, quizá se coma más pollo que ternera...», apuntilla. Pero no, de momento.
Tras el mostrador de Carnicería Elvira, en la capital alavesa, Marian reconoce que no están viviendo sus mejores momentos. Y lo ilustra con una frase: «Antes, despachábamos; luego, vendíamos; ahora, peleamos». Tiene muy claro que a día de hoy «se está comiendo menos cantidad y se están comiendo cosas de menos calidad». Un ejemplo: en lugar de jamón ibérico, jamón serrano. El solomillo, el entrecot, el cordero... a la baja también en las ventas.
Una tendencia que aquí observan ya desde hace un año, pero que se ha agudizado en los últimos meses. «El cliente te pregunta muchísimo los precios, piensa que el dinero no le va a llegar», cuenta. Y pone como anécdota la estratagema que muchos utilizan: «Te dicen ¡ay, ponme no sé qué!, ¡ay, se me ha olvidado no sé cuál!, porque van viendo sobre la marcha si les llega con lo que tienen».
Marian sí tiene un consejo para sus colegas de gremio: «La verdad es que lo estamos sudando, intentando convencer al cliente con estrategias, pero veo a otros que siguen con el mismo mostrador y como no se pongan las pilas, lo van a pasar mal».
El pescado se resiente poco
En épocas como la actual, lo cierto es que el consumidor busca barato y si es de calidad, miel sobre hojuelas. Y ese binomio se suele encontrar en los mercados como el de la Ribera en Bilbo. Jacinto, de la pescadería Pili y Ruiz, acaba de terminar su último pedido y es que es viernes y con un sábado festivo por delante, la gente se ha apresurado a llenar la cesta.
«Algo se nota la crisis, pero yo creo que hay más miedo que otra cosa. Aquí, en la Ribera, no es que nos favorezca la crisis, pero tenemos mucho género y mejor precio y eso hace que la gente venga más aquí. Yo tengo pescado y también marisco y te puedo decir que, si las cosas van mal, la nécora, el buey, el percebe se resiente, pero aquí se sigue vendiendo igual», detalla. «¡Las cajas de nécoras me las han quitado para las once de la mañana!», ilustra.
En la pescadería Diego Puente, en Barakaldo, su propietario del mismo nombre se muestra optimista y coincide en que «no se está notando nada de manera drástica, seguimos más o menos parecido». Sí reconoce que se nota cierta opción por el productor más barato, «en vez de merluza de pincho, piden de arrastre, pero tampoco se está notando tanto». Eso sí, le preocupa la temporada navideña.
En otra pescadería, en Gasteiz, la de Mariano Alonso, sí reconocen que «los clientes habituales llevan lo de siempre, pero se nota que viene menos gente; octubre ha sido en general más bajo que otros años». Juan Luis Vidaurre, de la pescadería del mismo nombre en Tafalla, también admite que «un poco se nota, no de forma alarmante, pero la gente gasta menos». Su solución, ofrecer a la clientela productos de oferta: esta semana mero, la siguiente trucha. «Lo peor de todo es el miedo que se la he metido a la gente en el cuerpo», concluye. Y con la temporada navideña a las puertas, eso no es nada bueno.