Martxelo Díaz Periodista
Ya no se puede ni contar lo que pasa
La última jugada del Ayuntamiento de Iruñea, con la colaboración de la Fiscalía, es de las buenas. Lo que fue una protesta para denunciar el intento de silenciar la voz de los concejales de ANV -que representan a más de 7.000 votantes- se ha convertido en una acusación de desórdenes públicos y desobediencia a la autoridad, por la que le piden al concejal Mikel Gastesi dos años y nueve meses de prisión, además de inhabilitación. A otras ocho personas les piden dos años.
De este modo, Yolanda Barcina, la defensora de la Navarracomunidadforaldiferenciadaintegradaenlanacionespañola, podría conseguir en los tribunales una mayoría absoluta que los ciudadanos iruindarras le negamos en las urnas.
En Euskal Herria sabemos mucho de conculcaciones de derechos. Las padecemos todos los días. Pero en esta ocasión se ha dado un paso más. En estas cuestiones, cuando uno se embala es muy difícil frenar. Ya lo decía Bertolt Brecht. Resulta que al fiscal, a instancias del atestado de los municipales, no se le ha ocurrido mejor idea que pedir cinco meses de cárcel a dos compañeros que acudieron al Ayuntamiento a informar de esta protesta, ya que les considera cómplices. El escrito de acusaciones del fiscal reconoce que el fotógrafo sacó numerosas imágenes de la protesta. Lo que cualquier persona interpretaría como una muestra de profesionalidad, para el fiscal es una prueba de connivencia con los autores de la protesta. Otra prueba de que acudieron a informar es que al día siguiente se publicó un artículo en estas mismas páginas.
Al margen del corporativismo profesional, resulta evidente que nos encontramos ante un ataque a la libertad de expresión y de información. Si se sigue por esta línea podemos ver procesados a compañeros que acudan a una rueda de prensa. Parece evidente que lo que se busca es silenciar a un amplio sector de la sociedad vasca. Quieren proyectar la imagen de una sociedad en la que nadie protesta y quieren unos medios que no informen de lo que está pasando y que no les saquen los colores si les da por requisar una cazuela de chocolate.