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Presidenciales en EEUU

Barack Obama hace historia y se enfrenta ahora al desafío de responder a la ilusión generada

Barack Obama hizo buenos los últimos pronósticos y firmó su victoria con un resultado holgado que se convierte en goleada por mor del sistema electoral. Poco pudo John McCain. Corren malos tiempos en EEUU. Tocaba cambio.

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GARA | NUEVA YORK

Esta vez no hubo sorpresas de ultimísima hora. El «fenómeno Obama» logró una victoria contundente tras una movilización electoral inusual en el paisaje político estadounidense y llevará a un negro a la Casa Blanca, además de consolidar la actual mayoría demócrata en las dos cámaras del Congreso.

Barack Obama logró un 52% de votos, seis puntos más que su rival, el republicano John McCain. Pero lo verdaderamente decisivo fue su victoria en estados claves de la costa Este, que vuelven al redil demócrata tras ochos años de «era Bush» y el hecho de que logró arrebatar a los republicanos varios de sus bastiones en el Oeste del país.

Tras confirmarse su victoria (5 de la madrugada hora de Euskal Herria), y ante decenas de miles de personas congregadas en Chicago, Obama recordó que «hemos esperado mucho tiempo. Pero esta noche, en este momento histórico, el cambio ha llegado a América».

En Phoenix, McCain felicitó deportivamente a su rival entre los abucheos de un público que no ocultaba su desilusión.

A falta de datos definitivos, la participación rondó el 64% de los 200 millones de estadounidenses con derecho a voto. Fueron alrededor de 130 millones los que depositaron su voto, ocho puntos más que los que lo hicieron en el duelo Bush-Kerry en 2004. Estaríamos ante un nivel de participación similar al registrado en el enfrentamiento entre John F. Kennedy y Richard Nixon, en 1960.

La candidatura del senador por Illinois logró así 349 de los 538 votos de los grandes electores, que son, a la postre, los que eligen al presidente. El senador de Arizona quedó muy lejos de los 270 necesarios para garantizar la victoria. El último recuento, a falta de confirmarse el resultado en Missouri y Carolina del Norte -la batalla era por milésimas-, le otorgaba 163 votos.

El triunfo de Obama se fraguó en su victoria en los estados clave de Pennsilvania, Florida y Ohio. Los dos últimos estuvieron en la base de los triunfos por los pelos de Bush en 2000 y en 2004, respectivamente. Y se consolidó al arrebatar a los republicanos otros cinco estados (Virginia, Iowa, Nuevo México, Colorado y Nevada). Sin obviar California (55 votos electorales), la candidatura del ya presidente electo logró resultados contundentes en los grandes estados del este del país, incluido Illinois, donde es senador. Como anécdota, logró el 93% de los votos en la capital, Washington D.F.

Por contra, McCain mantuvo el tipo tanto en el Sur como en el Oeste -llegó a vencer por 10 puntos en su estado, Arizona-.

Siete millones de votos

Volviendo al cómputo global, la candidatura de Obama logró alrededor de siete millones más de votos que la de su rival en una población, la estadounidense, que suma, cifras oficiales, 305 millones de personas.

Un triunfo holgado pero matizable, más aún si tenemos en cuenta que en buena parte de los estados clave la victoria se decantó del lado de Obama por un estrecho margen.

El diferencia se ensancha teniendo en cuenta los votos electorales. Obama es, así, el primer candidato en lograr una victoria tan abrumadora desde que Bill Clinton derrotó a Bob Dole en 1996, con 379 votos electorales frente a 159 de su rival. Estamos así ante un nuevo landslide, una «victoria por goleada».

Una victoria que los demócratas consolidaron reforzando su mayoría en el Congreso estadounidense. En la Cámara de Representantes sumaron una veintena de escaños a los 235 actuales (de un total de 435). En el Senado, donde sólo se renovaba un tercio de la Cámara, lograron cinco nuevos escaños y, a falta de los resultados en Minnesota, Oregón y Alaska, confiaban en quedarse a las puertas de los 60 escaños, que impedirían cualquier iniciativa de bloqueo a decisiones de calado por parte de los republicanos -la treta conocida como filibusterismo-. Finalmente, los demócratas lograron arrebatar un puesto de gobernador a los republicanos en Missouri, aunque en el resto de los 11 estados donde este cargo estaba hoy en juego no se registraron cambios en el mapa político estadounidense.

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