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La situación en EEUU y su posición en el mundo cambiarán

Finalmente se cumplieron los pronósticos y Barack Obama es el nuevo presidente de los Estados Unidos de América. Negro, demócrata, progresista, dialogante, discreto, carismático... todas ellas condiciones o cualidades de las que carecía más su predecesor que su actual contrincante, John McCain, que pese a caer derrotado ha cosechado unos resultados muy a tener en cuenta, con el voto de cincuenta millones de ciudadanos que le han apoyado a pesar de la nefasta campaña del Partido Republicano. No obstante, el Partido Demócrata ha ganado con holgura en el Senado y controla la Cámara de Representantes, lo que debería dejarle margen suficiente a Obama como para sacar adelante su proyecto. Pero, ¿cuál es realmente ese proyecto? ¿en qué consiste el cambio? Lo cierto es que de momento se ha consumado el cambio prometido. Lo que ocurra a partir de ahora dependerá tanto de la determinación del equipo de Obama como de su permeabilidad a las presiones que recibirá en un sentido y en otro.

La agenda de Obama viene determinada por los fracasos de la Administración Bush. El tema principal de esa agenda es en este momento la crisis económica. El sistema en sus términos actuales se ha mostrado inviable, pero tampoco se postula alternativa real alguna. Ligado a esta cuestión aparece el reparto de la riqueza, simbolizado en el debate sobre la cobertura social y la política fiscal. De todos modos la industria armamentista sigue siendo el motor de la economía y condiciona totalmente, entre otras, su política exterior. La diplomacia podría atenuar la beligerancia mostrada hasta ahora, pero difícilmente cambiará los parámetros imperialistas de EEUU. Lo que sí tiene Obama son varios temas pendientes que, en principio, podría resolver sin coste político, como Guantánamo. La composición del Tribunal Supremo también puede afectar a esta agenda.

En consecuencia, si bien la dimensión del cambio está sujeta a debate y vendrá determinada por la relación de fuerzas tanto dentro como fuera de los Estados Unidos, las fronteras de ese cambio son bastante nítidas: a la refundación del capitalismo le sigue la refundación de EEUU como potencia mundial. Ése es, y no otro, el proyecto que ha presentado Obama. Y conviene analizarlo, evaluarlo o combatirlo en esos términos.

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