Hace un par de meses ya especulábamos en estas páginas sobre los distintos maestros que parecían esbozarse para ocupar la nueva titularidad al frente de la Orquesta Sinfónica de Euskadi, tras la tumultuosa destitución de Varga y Mandeal. En setiembre apostábamos, en concreto, por dos nombres: el de Pablo González, como opción joven que pudiera comprometerse férreamente con una orquesta a la que le hace falta un sólido trabajo de base, y Andrey Boreyko, como figura de prestigio internacional que pudiera aportar a la orquesta una experiencia y musicalidad demostradas. Finalmente, la dirección de la OSE se ha decantado por la primera opción, la de un director joven. En el propio Estado español ya hemos comprobado los buenos resultados que esta fórmula puede arrojar, concretamente con la alianza de Alejandro Posada y la Sinfónica de Castilla y León, que siendo una de las más mediocres de la península se ha convertido en pocos años en uno de los conjuntos más notables del panorama estatal, apoyado, también hay que decirlo, por una gerencia que le ha proporcionado una infraestructura de trabajo óptima. Parece que la OSE haya querido imitar al detalle el ejemplo de la orquesta castellana, porque, al igual que Posada, Andrés Orozco-Estrada es también colombiano, un país que últimamente está arrojando numerosos músicos de primera línea. Para tener tan solo 31 años, Orozco-Estrada es un director con mucha experiencia, y sus interpretaciones suelen presentar una cierta tendencia al efectismo que quizá case bien con los gustos de los abonados de Euskal Herria. No obstante, el que vaya a compartir titularidad paralelamente con la Tonkünstler Orchestra Niederösterreich de Viena arroja una sombra de duda subre su capacidad para liderar simultáneamente a dos conjuntos tan distintos. Pero ahí estará Boreyko, como principal director invitado, para echar una mano.