Juanjo Basterra Periodista
Del Banco Público Vasco a la fusión de BBK y Kutxa
El PNV ha perseguido desde hace ya algo más de una década la creación de una entidad financiera propia, aunque sólo ligada a Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Se trata de controlar las finanzas, lo que es sinónimo de poder. Lo intentó, en un primer momento, el ex consejero de Hacienda y actual presidente de Ibermática, José Luis Larrea, pero fracasó. Sucedió porque dentro del PNV las diferentes familias no se pusieron de acuerdo en el reparto de la tarta y su fin no estaba bien definido, por lo que abrió las puertas de la sospecha, incluso dentro de ese partido.
Más tarde, Caja Vital tomó el relevo de la operación. En secreto, su presidente, entonces Francisco Javier Allende, trató por la vía del mercado la compra de una ficha bancaria, la del antiguo Banco de Fomento. Tampoco salió. Era cara y lo que fue una operación secreta salió a la luz en ``Egin'' antes de lo que les hubiera gustado presentar. Después, en esta última legislatura, el Gobierno de Ibarretxe, tras rechazar el banco público, pactó la constitución de una Institución Financiera Pública, que se encargaría del control de la deuda pública y los fondos públicos. Las cajas vascas reconocen en privado que si esa institución inicia su andadura, que cuenta con presupuesto pero que no se ha puesto en funcionamiento, «nos haría la puñeta», porque una parte del negocio financiero de las administraciones públicas pasa por las ventanillas de las cajas.
El siguiente intento llega de la mano de Xabier Irala. Aterriza en la presidencia de BBK, tras jubilarse José Ignacio Berroeta. El ex máximo responsable de Iberia llega a la Gran Vía con la misión de cerrar la unión de las tres cajas. Ese es su propósito. El PNV cambió la estrategia inicial. Encomendó esa operación por la «vía profesional» e intentó que calase la idea de que la suma de tres (Vital, BBK y Kutxa) hacía una caja más fuerte ante la competencia feroz de otras cajas y bancos.
De nuevo, falló. Esta vez por el pánico escénico del PSE a perder votos en Araba. El PNV no se quedó ahí y esta vez a dos (BBK y Kutxa), donde controla los consejos y valiéndose de CCOO. Todo por lograr sus intereses. Sin embargo, falta un voto para conseguir el propósito.