Jesus Valencia Educador Social
El PSOE, motor del cambio
Patxi López nos promete más cambios. ¡No, por favor!, nos contentamos con uno sólo: que recupere el PSOE su conciencia -social y democrática- de la que tan alegremente renegó. La Euskal Herria que los «socialistas» martirizan a diario se lo agradecería
El 25 de octubre fue fecha memorable. Mientras el PNV se autodeterminaba con una foto de familia tomada desde el aire, el PSOE nos convocaba a tiempos nuevos cargados de novedades. La apelación al cambio en boca del PSOE no es original pero sí preocupante.
Corría el año 1982 y el personal pedía a gritos cambios políticos. Había muerto Franco y la sociedad española quería perder de vista también a sus herederos. El PSOE, en pleno proceso de renuncias, recogió aquel deseo y se comprometió a liderar el clamoroso anhelo de cambios. La mitad del electorado le apoyó y, arropado por una holgada mayoría, intensificó los chaqueteos que ya estaba consumando. Cambios vertiginosos y espectaculares, pero con un pequeño matiz: iban en la dirección contraria a la que sus votantes demandaban. Quienes un día defendieron la República rendían pleitesía a la Corona. Si antes habían exigido juicio y castigo a los golpistas, en 1977 les otorgaron una generosa amnistía. Reconocieron que sólo el ejercicio de la autodeterminación resolvería el problema de las nacionalidades; pero lo que habían proclamado en el Congreso de Suresnes y reivindicado en Euskal Herria, lo negaron en Madrid. Los mismos que habían abogado por la integración territorial se convertían en adalides del particionismo liderando la nueva fractura nacional (¡Ay, el muro virtual y espeso que levantaron en Altsasu!). Apoyaron el modelo autonómico y también la LOAPA que lo recortaba. El PSOE que había sufrido la violencia franquista, instauró el terrorismo de Estado. Renegaron de la lucha de clases (el periodista Daniel C. Bilbao los califica agudamente como la izquierda del franquismo) y de todas sus compañeras y compañeros que habían caído defendiendo la República.
La historia ha seguido su curso. Y -paradojas de la condición humana- quienes dieron tantos y tan espectaculares volatines han vuelto a merecer la confianza del electorado. Corren otros aires. La sociedad que se pretendía del bienestar sueña ahora con la seguridad como valor supremo. Los actuales gestores socialistas siguen ejecutando cambios cada vez más claudicantes. Si su primer maestro fue Marx (del que renegaron) ahora lo es Bush (al que secundan).
Si ayer lucharon contra el capitalismo (al que intentan salvar), hoy han centrado su lucha contra el soberanismo (al que intentan ahogar). Prometieron profundizar en la democracia y han restaurado el estado de excepción. Superan a Franco en número de presos y en crueldad carcelaria. Abogaron por el libre pensamiento quienes hoy imponen el pensamiento autoritario bajo amenaza de prisión. Se presentaron como reinstauradores del Estado de derecho y ahora están acabando con él. Si ayer renegaron de sus compañeros asesinados hoy reniegan de su ideario fundacional.
Patxi López nos promete más cambios. ¡No, por favor!, nos contentamos con uno solo: que recupere el PSOE su conciencia -social y democrática- de la que tan alegremente renegó. La Euskal Herria que los «socialistas» martirizan a diario se lo agradecería. Y tengo para mí que también les aplaudirían esos sectores progresistas del Estado que todavía no se han dejado anestesiar.