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KARAKORUM Encadenamiento femenino

Elisabeth Revol, primeriza con triplete

La alpinista francesa encadena en tan sólo 16 días 3 ochomiles del Baltoro: Broad Peak, G 1 y G 2. Se convierte en la primera mujer en hacer 3 ochomiles seguidos. Los escaló sin oxígeno y en solitario.

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Andoni ARABAOLAZA

Cuando hablamos de ochomilismo femenino, el lector está más que acostumbrado a escuchar el nombre del siguiente trío: Nives Meroi, Gerlinde Kaltenbrunner y Edurne Pasaban. Y es que las tres están metidas de lleno, cada una lleva ascendidos 11 ochomiles, en la carrera por ser la primera mujer en hacerse con la codiciada lista de las catorce montañas más altas de la Tierra.

Pues bien, mientras seguimos atentos en la progresión de la italiana Meroi, la austriaca Kaltenbrunner y la vasca Pasaban, como si fuera de la nada, en este cerradísimo mundillo del ochomilismo femenino, asoma de forma descarada la cabeza de la francesa Elisabeth Revol.

Sí, Revol se hacía el pasado verano de una tacada tres ochomiles del Baltoro (Karakorum) en tan sólo 16 días. El G 2 (8.035 m) fue el primero, le siguió el G 1 (8.068 m) y acabó el triplete con el Broad Peak (8.047 m). También quiso un cuarto, el K2, pero las malas condiciones de la montaña apagaron las ansias de este ochomil. Y si todo ello fuera poco, según señala la alpinista francesa, escaló las tres montañas en «técnica alpina, sin oxígeno artificial, sin por-teadores y en solitario». De esta forma, se convierte en la primera mujer que escala tres ochomiles seguidos y en ese estilo. Un debut extraordinario teniendo en cuenta que era su primera experiencia en montañas superiores a los 8.000 metros de altura.

Esta auténtica desconocida ha entrado a los 29 años de edad en ese círculo casi cerrado y pequeño (lo decimos por la cantidad de sus practicantes) del ochomilismo femenino. A pesar de conocer los entresijos de la montaña desde muy pequeña, no es hasta hace tres años cuando comienza a despuntar entre las jóvenes alpinistas francesas. Como bien afirma Revol, le van las montañas pero con escaladas técnicas. Entra en el Equipo Nacional Femenino de Alpinismo de la FFCAM (Federación Francesa de Clubs Alpinos de Montaña), y con ese grupo se desplaza hasta los Andes bolivianos. Allí tiene su primer contacto con montañas altas (fuera de los Alpes), y en esa primera experiencia firma cinco aperturas en el macizo del Illampu. También hace un intento al Pharilapcha, un sesimil nepalí entre el Everest y el Cho Oyu. A destacar asimismo las invernales realizadas hace dos temporadas en el macizo del Mont Blanc: las nortes de Les Courtes, Les Driotes y la Verte.

Pues bien, aunque parezca un poco alocado, la francesa se presenta en los ochomiles con el citado currículo: «El proyecto de escalar un ochomil lo llevaba trabajando desde hace tiempo. Ya desde pequeña quería subir al Everest, pero con el paso de los años la idea fue poco a poco siendo menos accesible. Siempre me ha llamado la altura; siempre he querido subir más alto y ver qué había desde allí arriba. En la presentación de nuestra expedición a Bolivia, una montañera nos presentó con tanto amor y con tanta pasión su ascensión al Broad Peak que me quedé prendada de los ochomiles. Este año tenía intención de ir a Perú y el próximo al Shisha Pangma. Pero después de hacer la trilogía de las tres nortes alpinas, un colega me habló de su proyecto de ochomiles para el verano. Sin más dilación, cambié de planes y me metí de lleno en esa idea de la trilogía del Baltoro. Nunca había escalado un ochomil. Entonces, ¿por qué tres? Me conozco bien cuando voy de expedición, y sé también que pasar mucho tiempo en altura no me ayuda nada. En cambio, la idea del encadenamiento me va más».

Tomar sus propias decisiones

Con la idea de encadenar varios ochomiles, Revol se presenta en el Baltoro como miembro de una expedición en la que sólo compartían gastos. Entre otros, con Víctor Afanasief y Valery Babanov. Pero la francesa, como confiesa, tenía muy claro que intentaría el encadenamiento «en solitario y en técnica alpina (sin oxígeno y sin la ayuda de porteadores)». El primero que cayó fue el G-2, le siguió un G-1 «muy vertical, muy difícil y muy salvaje», el tercero sería el K2, pero tenía la opción del Broad Peak que también ascendió. El Chogori (tiene intención de ir el año que viene) no se dejó: «Poco se podía hacer. Como ha ocurrido este año, estaba muy peligroso».

A pesar del triplete, y aunque parezca mentira, la historia para la montañera francesa no comenzó, nunca mejor dicho, con buen pie. Y nos explicamos. Nada más comenzar el trekking de aproximación, Revol se dio cuenta de que se olvidó las botas alpinas en casa. Pensaba que era el final de la expedición: «Yo tengo un 36, y no encontré mas que un 40. Menos mal que Valery se llevó un par más de botas muy ligeras para altura que sólo iba a utilizar en la aclimatación. El problema fue que las botas eran del número 43. Decidí probar. Finalmente llevaba un número de mi medida y otro del 43; la gente se quedó atónita».

La preparación para este tipo de actividades exige normalmente una buena planificación, pero en el caso de Revol no fue por ese camino. Era el mismo entrenamiento, no programado, al utilizado en los últimos años. Se prepara en las actividades que le van: escalada tres veces por semana, bicicleta de montaña todos los días, así como salidas dos o tres veces por semana con los amigos a la montaña. En pocas palabras, éstas son las claves de su éxito: «Mi mentalidad y mi motivación; todo ello ayudado de una buena preparación física y de mi facultad para adaptarme bien a la altura».

De las tres montañas que ha conseguido ascender, el G-1 le ha llamado realmente la atención: «Es una cima muy estética, una pirámide muy bonita, y, además, me ha parecido la más salvaje de las tres. Y también la más técnica; justamente lo que me gusta cuando escalo. Uno de los momentos más duros los viví en el Broad Peak. En mi primer intento me retiré a causa del fuerte viento. Fue duro sicológicamente, ya que tras abrir huella profunda veía que las condiciones no eran nada óptimas para hacer cumbre. Y renunciar no es nada fácil».

Hablando de renuncias, la protagonista de estas líneas también tuvo que dejar para otro momento su intento al K2. Según Revol, la meteo de este año no ha acompañado en absoluto: «Cuando llegué al campo base, la montaña, tras cuatro días de muy mal tiempo, estaba muy cargada de nieve; con más de un metro. Así, me decanté por empezar con el Broad Peak, menos peligroso en caso de fuerte nevada. La meteo se dejaba con pequeñas ventanas de buen tiempo que duraban sólo dos jornadas».

Como cabe esperar, las conclusiones que ha sacado esta joven alpinista de su exitoso debut en el ochomilismo son realmente positivas: «Tengo un sentimiento de plenitud. En la altura he vivido situaciones mágicas y extraordinarias. He estado sola, tenía que tomar mis propias decisiones, sola en esas montañas inmensas... La motivación no me ha fallado y la lucha fue siempre constante. Ya han pasado varios meses y todavía sigo sin encontrar las palabras adecuadas para describir las situaciones vividas. Sé por el contrario una cosa, todavía no he alcanzado mis límites y que la ascensión de cuatro ochomiles es factible».

Tras el triplete cosechado, son muchos los medios de comunicación que, por su condición de mujer, le han preguntado sobre el alpinismo femenino.

Esta es la respuesta de Revol: «El alpinismo tiene que salir de esa pose masculina donde se considera todavía al hombre el que lleva la cuerda y la chica la que le acompaña. Todavía hay personas que cuando voy a escalar una vía difícil con un colega chico, se acercan a él para preguntarle sobre la descripción de la vía, las condiciones... Para mí, las mujeres (cada vez menos en estos últimos tiempos) tenemos un carácter fuerte. Físicamente somos más ligeras y menos aptas para llevar peso en la montaña, y eso para una expedición a un ochomil es un hándicap. Por el contrario, nosotras tenemos cabeza y somos más flexibles».

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