Liguilla de semifinales del Cuatro y Medio
De casi no jugar, a barrer de la cancha al campeón
Titín III partía como claro favorito para hacerse con la victoria, pero no estuvo al nivel esperado y un gran Aimar Olaizola se llevó su primer punto de la liguilla.
OLAIZOLA II 22
Koldo AKORDARREMENTERIA | EIBAR
Dudas, dudas y más dudas. El pesimismo reinaba entre los asistentes al partido de ayer en Eibar. La situación física de Olaizola provocaba miedo entre los pelotazales. Pero un sentimiento semimasoquista y la confianza en una hipotética sorpresa, hizo que mucha gente se acercase al frontón de Astelena.
«Si el chaval ha entrenado sólo un día, es imposible que le pueda plantar cara al campeón» decían algunos. Pues menos mal que ha entrenado sólo un día, porque lo que se llevó a casa ayer Titín fue un repaso de esos que el riojano no había recibido en bastante tiempo.
Aimar sigue diciendo que hasta hace dos días no sabía de forma segura si iba a jugar, pero una vez vista su exhibición, pocos le creen. Y sin poner en duda la palabra del goizuetarra, la realidad es que le salió un partido redondo, inmaculado en los fallos y perfecto en ataque.
El inicio del delantero navarro fue arrollador, y un parcial de 0-10 cambió el color de la cara de más de un apostador al alza. Olaizola clavaba todo lo que tiraba: de dejada, tirando a dos paredes, gancho al ancho, al txoko... le salía todo. ¿Y la lesión que hasta hace poco le hacía dudar de su participación en la liguilla? Ni rastro de ella. Según el propio delantero de Asegarce «en los últimos días el dolor ha disminuido, con lo que el miedo a soltar la mano se ha ido perdiendo». Y tanto.
Resultado inesperado
El marcador llegó a mostrar un humillante 16-2, un resultado justo con el juego que mostraron ambos pelotaris. El riojano lo intentaba, pero su puntería se había cogido un día de vacaciones, y poco más podía hacer. ¿Exceso de confianza? Puede ser. Lo cierto es que, aun habiendo llegado a un honorable pero no merecido 9-22, ofreció una imagen muy pobre. Se le vio falto de garra y carente de esa defensa que tantas alegrías le ha proporcionado. Su mentalidad de «no dar por perdida ninguna bola» no asomaba por ningún lado. Ayer el mayor enemigo de Titín fue él mismo.
La primera jornada ya ha finalizado y los resultados nos han vuelto a demostrar que hablar de favoritos, muchas veces, es un ejercicio inútil.