La Fiscalía rusa abrió ayer una causa criminal por violación de las reglas de conducción y explotación de buques de guerra, derivado en resultado de muerte por imprudencia. El accidente del submarino nuclear Nerpa, de clase Akula, que causó 20 muertos -6 soldados y 14 trabajadores de unos astilleros- y 22 heridos por inhalación de clorofluorocarbono, se produjo durante una pruebas marítimas en aguas rusas del mar de Japón.

El portavoz de la Armada rusa, el capitán Igor Digalo, descartó inmediatamente cualquier escape nuclear. «Declaro bajo mi responsabilidad que los reactores del submarino funcionan con normalidad y que los niveles de radiación corresponden a la norma», remarcó.

Precisó que el sumergible se encontraba en fase de pruebas y que su incorporación a la Flota rusa del Pacífico estaba prevista para finales de este año.

Según un experto militar, la emisión de clorofluorocarbono pudo deberse a la activación no autorizada del sistema antiincendios.

Por su parte, el ex capitán de navío Guennadi Illarionov señaló que la causa podría ser el exceso a bordo de personal poco cualificado. En el momento del accidente había 208 personas, de las que 81 eran soldados.

Explicó que en caso de activarse el sistema contra incendios, se emplea gas freón para neutralizar el fuego: «Si su concentración es escasa, produce un efecto embriagador, pero en cantidades elevadas es mortal. Por ello, los submarinistas disponen normalmente de un equipo especial para protegerse de este gas. Para evitar su inhalación deben respirar por ese aparato durante 20 minutos». «No descarto que no hubiera equipos suficientes para todo el personal a bordo del Nerpa y que quienes tuvieron acceso a ellos no supieran cómo utilizarlo adecuadamente», agregó.

Lo cierto es que este nuevo accidente supone un duro revés para la industria militar rusa y pone nuevamente en cuestión su capacidad y seguridad.

La dura crisis económica en la década de los noventa obligó a posponer muchos proyectos, incluida la fabricación del submarino accidentado.

En Venezuela y Kaliningrad

Los analistas coinciden también en resaltar la baja moral de las tropas y la reducción del número de personal militar cualificado. «Está claro que la dejadez instaurada desde hace tiempo en las Fuerzas Armadas y en la industria militar tiene un impacto negativo. Este siniestro plantea nuevamente muchas dudas sobre la seguridad de la energía y las armas nucleares», consideró Evgueni Volk, de Heritage Fundation.

En la toma de posesión de su cargo, el presidente Dmitri Medvedev incidió en que la modernización de las Fuerzas Armadas «debe ser una de las prioridades del Estado». En setiembre, ya adelantó que Rusia efectuará maniobras «no sólo en la Federación o en los países miembros de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, sino también en otros países que quieran ampliar la cooperación con la Federación rusa».

Este mismo mes, una escuadra de la Flota del Norte viajará Venezuela para realizar ejercicios con navíos venezolanos. En setiembre, dos bombarderos estratégicos rusos Tu-160 hicieron varios vuelos de reconocimiento desde territorio venezolano.

Además, en respuesta al escudo antimisiles que Estados Unidos quiere instalar en Polonia y la República Checa, Medvedev advirtió que desplegará cohetes Iskander en la región de Kaliningrad, fronteriza con Lituania y Polonia.