Maite SOROA
La derechona, alarmista
No es de hoy. La derecha española siempre ha sido un tanto cainita. Y aho- ra que presumen tiempos difíciles en Nafarroa, ha empezado la caza de brujas.
En «El Imparcial» (sí, sí, ha renacido, como ave fénix), su director, Joaquín Vila, alertaba ayer: «Rajoy regala Navarra al País Vasco». No se lo pierdan.
Resulta que en la Declaración de Principios del refundado PP en este herrialde se exige, entre otras cosas, que «cualquier alteración del actual estatus constitucional de Navarra como Comunidad Foral propia y diferenciada se lleve a cabo con el respaldo del pueblo navarro expresado libre y democráticamente en referéndum». ¡Ay, ama!
Y al director de «El Imparcial» le parece que el PP «viene a decir que mediante referéndum, los navarros podrían decidir anexionar la Comunidad Foral al País Vasco». O sea, el acabose.
Lo tiene tan claro Vila que sentencia, categórico, que el acercamiento, según él, del PP a los nacionalistas echa «por tierra unos de los principios básicos del partido». Como poco, traición.
La cosa está tan fea, asegura, que «es fácil predecir que, en las siguientes elecciones, el PP perderá un buen puñado de votos de esos españoles que se resisten a que su nación se convierta en un Estado federal dominado por el más rancio sectarismo independentista y Rajoy se equivoca si cree que puede resultar simpático a los nacionalistas por mucho que ahora se empeñe en disfrazarse con ikurriñas y señeras». Ya ven que está en plan catastrofista el tío. Y pesado: «La declaración de principios del PP navarro es la mejor prueba de que el partido se ha dejado arrastrar por la famosa `deriva nacionalista'»
Y luego vienen las consecuencias del naufragio del Titanic: «Mientras tanto, Rosa Díez se frota las manos y se prepara para embolsarse ese puñado de votos que han tirado por la borda Rajoy y su equipo de sabios. Y, mientras tanto, Ibarreche, Batasuna y ETA, sin nadie que les tosa, se disponen a engullir Navarra para empezar a formar esa Euskal Herría con la que sueñan desde siempre». Me parece que se ha pasado un pelín. ¿No?