«En mi profesión descubres temas que los cineastas cuentan y la escuela no»
Actor
El actor gasteiztarra Unax Ugalde vive un momento álgido de su carrera. Después de su papel en «Che, El argentino», se sumerge en la experiencia de un párroco que se enfrenta a la Iglesia durante la Guerra del 36. Sus proyectos no paran y estos días ya se encuentra rodando el que será su próximo trabajo.
Itziar AMESTOY | GASTEIZ
Unax Ugalde protagoniza el nuevo trabajo de Helena Taberna, un relato duro y, a la vez, enternecedor, que recoge con rigor histórico el apoyo de la Iglesia Católica al alzamiento contra el Gobierno legítimo de la República. Miguel, protagonista de la película al que da vida Ugalde, es nombrado párroco de un pueblo socialista. Todo cambia cuando el bando nacional ocupa el pueblo -originalmente Altsasu pero que en la película se localiza en Leitza-. Miguel se enfrenta a la jerarquía eclesiástica al defender a los represaliados. En el duro panorama del joven el único oasis está en la relación de amistad con la maestra Margari -Barbara Goenaga-.
Aun siendo una película de ficción, «La Buena Nueva» está inspirada y basada en la biografía de Marino Yerra, familiar de la directora. «Las mujeres de mi pueblo -Altsasu- a menudo se me acercaban agradeciendo enormemente lo que don Marino había hecho a favor del pueblo», apuntó Taberna.
La película se estrenó el domingo a la noche en el Guggenheim aunque previamente hubo algún pase simbólico como el de Altsasu o Leitza. También se proyectó en el festival de Valladolid, donde Unax Ugalde obtuvo el premio al Mejor Actor. Él encabeza un reparto que, al igual que el equipo técnico, procede en su mayoría de diferentes lugares de Euskal Herria.
¿Cómo planteó el acercamiento hacia el personaje de Miguel, basado en Marino Yerra?
Fue un proceso bastante largo, de más de seis meses de investigación. Por una parte, sobre la Guerra del 36 en Euskal herria y, en concreto, en Nafarroa; por la otra, quería conocer cómo se encontraba la Iglesia en aquel momento, cómo eran los rituales, las ceremonias. La idea era contrastar y verificar toda la información que aparecía en la película y ver un poco todo el tema histórico que había en el guión. Es la parte más pesada. Después empezaron los ensayos con los actores, el encuentro con Bárbara, conversaciones con la directora, con los asesores militares y los asesores eclesiásticos. Al fin y al cabo, toda la preparación del guión.
Luego había que calibrar muy bien la relación de amor que aparece en la película para que no se superpusiera a la historia trágica de la que hablábamos. En este sentido, equilibrar un poco el guión y el personaje; buscar el fondo. También me dediqué a leer el libro "No me avergoncé del evangelio", de Mariano Yerra, que es la persona en la que está inspirado el guión. Entre una cosa y otra fueron seis meses.
¿Será, en definitiva, una buena oportunidad de introducirse en diferentes aspectos históricos o culturales?
Sí, la verdad es que es una de las posibilidades más interesantes de mi trabajo. Hay cosas que en la escuela no nos han enseñado. Y es a través del estudio de las películas cuando descubres temas que cineastas se atreven a contar pero que la escuela no, que en los libros no aparecen. Es una parte muy interesante del trabajo.
Como asesor eclesiástico ayudó mucho Juan Bautista. ¿Cómo fue la relación con él?
Fue una relación muy cercana. Necesitaba un asesor porque había diferentes ritos en la película que pertenecían a ceremonias que había antes en la Iglesia y que no tienen nada que ver con las ceremonias que hay hoy en día. Por ejemplo, era en latín y de espaldas al público. Por eso me ayudó mucho Juan Bautista, ya que es una persona mayor que ha vivido mucho tiempo y tiene una visión mucho más cercana que me puede ayudar.
Él se volcó conmigo. Tuve muchas conversaciones con él, muchas tardes tomando café con él, hablando sobre el personaje, sobre su misión, sobre qué pensaba él. Quería ver un poco la visión de un sacerdote dentro de la Iglesia. También me ayudó a leer el evangelio. Como yo no soy una persona religiosa, me apetecía conocer exactamente su visión sobre el evangelio. En aquel momento había mucha lejanía entre la jerarquía de la Iglesia hacia la vida de los más desfavorecidos; de hecho fue todo lo contrario, fueron a aniquilarlos a todos.
Según la directora, su personaje hace que el público se sienta identificado con él, ¿qué es lo que más admira de él?
Igual hay mucha gente que le da pereza pensar en ir a ver una película de un párroco, pero más allá de los aspectos religiosos, destacaría su lado moral, su lado ético. Todo ello es una lección de vida para todos. Creo que personas como él ayudaron a salvar muchas vidas y a que la tragedia no fuera más grave de lo que fue, que fue mucho. Son los héroes de hoy en día, que no tienen capa ni van con el calzoncillo por encima del pantalón. Son héroes de calle, son gente que ayuda a los desfavorecidos. En lo que a la Iglesia se refiere, creo que hay dos Iglesias. Una está interesada en el poder y, la otra, es mucho más cercana a los más desfavorecidos de este país, a la inmigración. Ésta segunda es sensible a la realidad de la vida y también está haciendo un gran trabajo en otros países.
Después de todo el trabajo de documentación y preparación, ahora que llega el momento de disfrutar del resultado, ¿cómo lo valora?
Este momento es cuando ya hemos hemos tenido diferentes pases en varios lugares. Y la verdad es que estamos teniendo un respaldo fuerte tanto de crítica como de público. De todas formas, antes de que se exhibiera la película, ya sabíamos que teníamos un proyecto cargado de verdad, visualmente muy potente, emocionante.
Las presentaciones, sin embargo, le han pillado en un momento muy ocupado profesionalmente.
Sí. En el pase del sábado en Altsasu, por ejemplo, no pude estar porque empecé ayer el rodaje de una nueva película. Por eso sólo pude ir al pase del Guggenheim que se hizo el domingo. Tengo que trabajar todos los días. La película se tenía que estrenar hace un tiempo, hace dos meses aproximadamente y yo tenía unas fechas reservadas, pero por cosas del destino se ha juntado todo. Estuve el domingo y ahora dejo que vuele sola.
El doblaje al euskara se hizo casi íntegramente por los mismos actores de la película, ¿cómo fue esta experiencia?
Claro, siendo casi todo el equipo euskaldun, era lo mejor. La verdad es que era la primera vez que me doblaba. De hecho, la gente que vea películas en ETB les resultará raro, porque siempre he tenido otro doblador. Aun y todo, como experiencia me parece muy positiva. De todas formas, yo realmente soy enemigo del doblaje. Creo que la versión original hay que respetarla, porque me parece que se pierde mucho sentido, se pierde mucho fondo, las voces quedan irreales. Pero bueno, también está bien que la gente que quiera ver la película en euskara lo haga, pero el doblaje nunca me ha gustado.
Y respecto a la experiencia de trabajar con Helena Taberna, ¿qué tiene que decir?
Ha sido muy positiva, Helena ha conseguido sacar lo mejor de mí. Ella confió muchísimo en mi trabajo, delegó muchos aspectos del personaje sobre mí. La verdad es que he disfrutado mucho con el trabajo.
¿Qué aporta «La buena Nueva» al resto de producciones sobre la Guerra del 36 que se han llevado a cabo?
Es la primera vez que se habla con valentía sobre el posicionamiento de la Iglesia y su implicación directa en la Guerra del 36. Hasta ahora no se había tratado en ninguna película y tenías que acudir a libros y bibliotecas o a internet para enterarte de ciertas cosas. Son temas que no nos han contado en los libros históricos de las escuelas, han desaparecido casi 40 años.
Creo que hay una verdad suprema que aparece en el guión que el que la vea la disfrutará. También espero que el debate social que ya está abierto siga adelante. Además, todos los puntos de vista son positivos. Ésta es nuestra visión y, si hay alguien que tiene otra visión u otra realidad, que nos la cuente. Luego veremos si nos dicen la verdad porque nosotros tenemos todo contrastado. Algunos sacerdotes cogieron sus escopetas y fueron a matar rojos, algo que no tiene que ver con la religión. Y nosotros simplemente lo hemos contado.
De forma temprana ha llegado ya el primer reconocimiento, su premio al Mejor Actor en la Semana de Cine Internacional de Valladolid (Seminci). ¿Cómo lo valora?
De forma muy positiva. Realmente para mí es un premio muy importante. De hecho, el de Valladolid es uno de los festivales que más admiro y que creo que tiene una gran trayectoria. Hay dos vertientes; por una parte, me sorprendió muchísimo, pero, por otra parte, me ha hecho muy feliz personalmente, y creo que para la película va a ser un apoyo enorme.