A pesar de haber nacido en 1924 en Gijón, Paco Ignacio Taibo emigró a México huyendo del franquismo, país en el que se convirtió en una de las figuras más destacadas del periodismo. Después de que falleciera ayer, el país norteamericano le recordará como «un hombre de gran estatura ética». Fue el periodismo el oficio en el que Taibo se dejó la piel, algo de lo que «no se arrepintió ni un ápice» en los más de sesenta años de ejercicio.

El pasado mes de mayorecibió el premio Nacional de Periodismo. «Empecé a ser periodista sobre un par de ruedas, como cronista de ciclismo en los años cincuenta y, hoy, tanto tiempo después, como podrán ver, sigo sobre ellas», declaró en aquel momento irónicamente, cuando recogió el galardón en una silla de ruedas.

En aquel acto, tuvo palabras de recuerdo para Teresa Bautista y Felicitas Martínez, dos locutoras de la radio comunitaria de San Juan Copala que habían sido asesinadas un mes antes. Recordó estas muertes para hablar del peligro que entraña el periodismo en su país.

«Es un oficio donde, si nos permitimos olvidar estaremos condenados», y en el cual los profesionales, «si nos callamos una sola vez, nos quitarán para siempre la voz y la palabra», aseguró.

Sin cesiones

Su hijo, el poeta Benito Taibo, aseguró que «nunca transó [cedió, en el habla de México] ni se casó con el poder» e hizo hincapié en que ejerció co-mo «una profesión de fe» el periodismo cultural. Aunque llevaba varios meses con la salud mermada, siempre estuvo arropado por su familia, que le describía como un hombre encantador y siempre generoso con los que venían de fuera.

Fue su hijo quien confirmó su muerte y aseguró que había fallecido «completamente tranquilo». «Fue el maestro de muchas generaciones de periodistas con un ejemplo ético» en sus sesenta años de carrera, agregó.