Raimundo Fitero
Armas cortas
Nos enseñan en supuestos programas de investigación que cualquiera se puede comprar en la calle pistolas a un precio más que asequible. Que existe, además, un arsenal de armas cortas y subfusiles, que se ofrecen en lugares bastante conocidos en ciertos ambientes. Es decir se reconoce que circulan armas bajo la sobaquera de demasiados individuos por las calles, que parecen gozar de una cierta impunidad. Lo más alarmante es que el tono empleado en estas cuestiones es de absoluta comprensión y se avisa de que está actividad de comercio crecerá. Lo aseguran en un programa matinal de Cuatro, donde aparece el consabido experto ex policía, y sirve de spot promocional de una nueva entrega de «Callejeros», que como casi siempre se le va toda la fuerza en hacer los montajes promocionales, los trailers, y que después en el desarrollo se queda siempre apuntando, pero sin acertar en el blanco, aunque eso sí hay mucha truculencia y énfasis narrativo que no se corresponde en intensidad y valor con las imágenes ofrecidas
Sucede esta entrega casi en paralelo con la entrevista a Luis Roldán titulada «su versión», o sea que cuenta lo que le pasa por allá a este delincuente que sabe bastante más de armas ligeras sueltas, de trabajos sucios, de bandas organizadas y de robos sistematizados que toda la universidad del primer grado de cualquier cárcel. Aparece en televisión con mucho cuajo, cobrando, como una estrella, y uno siente no solamente vergüenza, sino rabia e impotencia ante este descaro. Ni tira de la manta, ni devuelve el dinero robado, y solamente un abogado solicita que el dinero pagado por la cadena sea retenido por el juzgado para hacer frente a multas previas.
Pero el sistema judicial español mira hacia otro lado, el ministro cazador se saca una aberración jurídica para que después de cumplir al pena se esté veinte años de libertad vigilada, lo que es no de extrema derechas, sino de dictadura birmana. Los fiscales andan enfrentándose por unas tumbas, y el cachondeo se apodera de la conciencia otoñal como paso previo al desencanto. Cantidades desorbitadas de tiempo, de dinero, de ponzoña. ZP tiene ya la foto con Bush. El círculo se cierra.