Invitado en Gasteiz a las jornadas de Asajer sobre «Adicción al juego y nuevas tecnologías», este experto hizo una radiografía del, muchas veces poco legal, mundo del juego en línea.

Usted asegura que al otro lado de la pantalla de plasma de quien apuesta a través del ordenador hay, así lo define, una «gran inteligencia».

Detrás de ese juego existe un gran mercado económico de todo tipo de empresas que desarrollan sitios web, es decir, que detrás de un sitio on line de éstos no está el perfil de un empresario emprendedor desde su casa, sino que es alguien que invierte grandes cantidades, que se gasta mucho en publicidad, en estrategias de «pago por clik», enlaces patrocinados, sistemas de fidelización... que trabaja con bufetes de abogados, en paraísos fiscales... Porque recordemos que la mayoría de países no permiten la existencia de casinos en Internet. Hablamos de un sector que, sea legal o no, es muy inteligente.

Sabiendo que quien está al otro lado del ordenador seguramente es más listo que quien juega, ¿qué consejo le podemos dar a esta persona?

En principio, yo no estoy en contra del juego. El problema es que cuando nos trasladamos a Internet vemos que la gran mayoría de sitios dedicados a juegos y apuestas trabajan de manera fraudulenta. Si va a un casino y tira de la ruleta, tiene unas garantías; pero en un sitio web, tira de la ruleta y hay un algoritmo matemático que controla su sistema de juego, que va a hacer que usted obtenga un resultado desfavorable... No sabemos el control que hay. Juguemos, pero de manera responsable, y más en Internet.

Lo cierto es que a cada paso en Internet nos encontramos con publicidad de casinos o con avisos de que hemos ganado un Audi con sólo clikear.

Lo más peligroso del juego en Internet es la proliferación de todo tipo de actividades delictivas y, por otro lado, el creciente número de personas que desarrollan perfiles adictivos, como es el caso de los adolescentes, que tienen la entrada prohibida en una sala de juego presencial, pero que luego van a Internet y juegan una partida de póker. O hay mucha gente que no tiene intención alguna de jugar, pero le llegan spams o ve publicidad en otras webs donde le indican que le ha tocado la lotería y tiene que hacer no sé qué.... No quiero jugar, pero me incitan.

Lo vemos incluso en las webs de medios de comunicación.

Es que se critica mucho al sector del juego, pero muchos otros sectores colaboran. Hablan mal del juego, pero cuando viene alguien y te pone dinero encima... Hay una cierta demagogia.

Si a Internet es difícil ponerle puertas al campo, al juego «on line» mucho más aún.

Complicadísimo. Pero sí se puede copiar la iniciativa de países como EEUU, que tiene acuerdos con otros países, o hacer como en la lucha contra la pornografía infantil, donde hay una efectividad policial. Lo que pasa es que, supongo, es una cuestión de prioridades.