El Baskonia captó a la perfección el mensaje lanzado por su entrenador Dusko Ivanovic en la previa del partido y respondió a la solicitud de búsqueda de la identidad perdida con un partido de esos que contenta incluso a un técnico tan exigente como el montenegrino. Tras un comienzo de partido dubitativo, el equipo gasteiztarra abrió brecha a partir de un momento de inspiración excelsa de Igor Rakocevic y, a partir de ese instante, sacó el rodillo para aplastar a un Cajasol sin alma en un choque pleno de intensidad y en el que incluso se permitió el lujo de repartir minutos entre todos, algo menos habitual dentro de «La filosofía Dusko».

Muy lejos de lo que sucedió el miércoles ante la Lottomatica, cada jugador baskonista aportó lo que de él se espera. En un primer tiempo en el que Ivanovic jugó con apenas seis jugadores, Prigioni se sacó la espina con un partidazo gris en estadísticas pero brillante en la dirección, Rakocevic abrió brecha en otro de sus momentos excelsos al comienzo del segundo cuarto, Vidal estuvo inmenso secando a Ignerski, el que se intuía un gran peligro ante la ausencia de Mickeal, McDonald y Splitter se adueñaron de la zona y Teletovic bombardeó el aro rival con su tiro exterior. Ya en la segunda parte, el resto aprovechó los minutos para tratar de demostrar que pueden dar minutos de refresco a la columna vertebral del equipo azulgrana.

Sin historia

Con el Baskonia a pleno rendimiento, un Cajasol sin alma pese a los infructuosos esfuerzos del Sheriff Comas apenas duró un cuarto sobre el parqué de un San Pablo que clamó contra su directiva. Splitter, por parte baskonista, y Pecile, por la sevillana, fueron los protagonistas de un primer cuarto en el que los gasteiztarras ya comenzaron a mostrar su superioridad con cuatro puntos de ventaja.

Sin embargo, el equipo sevillano osó robarle dos balones a Igor Rakocevic y el serbio se lo cobró con un comienzo de segundo cuarto completamente espectacular para liderar un parcial de 0-13 con el que el choque quedó visto para sentencia ya que el Tau no estaba dispuesto a levantar el pie del acelerador. Como le gusta a su entrenador, cada jugador aprovechó cada minuto para dar lo mejor de sí y la paliza fue sonora.