Campeonato del Cuatro y Medio
Los ángeles le regalaron un pantalón blanco y un gerriko
Aimar Olaizola protagoniza su segunda exhibición en menos de siete días y ya es practicamente finalista.
Asier AIESTARAN | DONOSTIA
Solían decir de Michael Jordan que, simplemente, era Dios disfrazado de jugador de baloncesto. No lo niego. Pero si eso es cierto, el Todopoderoso ha debido cambiar las botas y la camiseta de los Bulls por unos pantalones blancos y un gerriko. El domingo pasado se dio un pequeño paseo por el Astelena y ayer se le vio en el Labrit. Ahora se hace llamar Olaizola II.
Poco más se puede decir tras el partidazo que jugó ayer el de Goizueta, el segundo en menos de siete días. Sacó bien, remató mejor y cuando tuvo que trabajar en la cancha lo hizo a las mil maravillas. En Eibar nos quedó la duda de si era Aimar el que tocó el cielo con los dedos o si fue Titín el que se arrodilló para que su rival pudiera subirse a su loma. Visto lo visto, habrá que concluir que fueron los propios ángeles los que bajaron de los cielos para recibirlo.
En definitiva, una victoria que practicamente clasifica a Olaizola para la gran final del 7 de diciembre. Si hoy Titín gana su partido contra Martínez de Irujo en el Adarraga (18.15, ETB-1), el tricampeónde la distancia estará matemáticamente clasificado; si es Irujo el que se impone, a Aimar le bastaría con hacer siete tantos en la tercera jornada contra el de Ibero.
«Aunque todavía queda otro partido difícil, era muy importante ganar hoy. He jugado un partido bastante bueno. Con la derecha me he encontrado bien y le he hecho mucho daño rematando», resumía Olaizola sin querer dar mayor importancia a su exhibición.
Único con su material
La clave está en que con el material que saca Aimar no hay quien le tosa. Una cosa es que Titín sufra ante sus saques, lo que puede entrar dentro de la lógica, pero ayer se pudo comprobar que ni un restador contrastado como Abel Barriola es capaz de evitar el posterior remate del goizuetarra. Aimar sacó jugo a su material, cosa que no hizo su oponente.
Sucedió, sobre todo, en el parcial de nueve tantos que encadenó Olaizola para irse del 5-6 al 5-15 y dejar el partido practicamente sentenciado. No tanto por la diferencia en el marcador, que era importante, sino por la sensación de impotencia que transmitía el propio Barriola.
«Al final no es un problema de material más o menos vivo, lo que cada pelotari quiere es tener lo que mejor venga a su estilo de juego. Aimar lo ha tenido y ha sabido sacarle rendimiento. No hay que darle más vueltas», admitía Abel Barriola.
Diferencia en el remate
Otra de las grandes diferencias fue el acierto en el remate. Comentábamos en la previa que, a pesar de jugar a buen nivel, Barriola no había brillado en el remate como en otras ocasiones. Ayer se pudo comprobar ese hecho. Mientras Olaizola rozaba la perfección logrando trece tantos en el remate, Barriola apenas pasó de cuatro. No acertó con el dos paredes al comienzo y eso le hizo dudar durante todo el partido. No tuvo muchas oportunidades, pero no estuvo certero en las que le llegaron.
Todo ello entre los comentarios que todavía suscita la derecha de Aimar -ayer se le encogió el brazo en alguna volea- y, por ende, el temor que provoca entre los rivales el pensar que todavía no está al cien por cien. No parece que haya mucho margen de mejora, pero...
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