Entre los años 1990 y 2007 la emisión de gases de efecto invernadero ha crecido en Nafarroa un 78,5%. A juicio de Ekologistak Martxan, estos datos son «escandalosos», teniendo en cuenta que el Protocolo de Kioto establece para el Estado español un límite del 15% de incremento para 2012.

La explicación a este desorbitado incremento de emisiones de gases hay que encontrarla sobre todo en la puesta en funcionamiento de las dos centrales térmicas de Castejón, que en el año 2007 emitieron un total de 1.078.016 toneladas de CO2 (665.581 de una y 412.435 de otra). Si a ello le añadimos las 728.023 toneladas de Cementos Portland, de Olatzagutia, resultan 1.806.039 toneladas emitidas por estas tres instalaciones. El dato es más significativo si se tiene en cuenta que entre las dos centrales térmicas y la cementera de Sakana emiten el 23% del total de gases de efecto invernadero de Nafarroa Garaia. La media de emisiones en este herrialde asciende a 13,04 toneladas de CO2 por habitante y año, frente a las 9,8 de la media del Estado español.

Estos datos vienen recogidos en un informe elaborado por el sindicato CCOO y la representación de World Watch en el Estado español. Resulta llamativo que en Nafarroa las emisiones de CO2 se hayan incrementado en ese 78,5% cuando se trata de un herrialde en el que, según reconocen los autores del citado estudio, se ha producido un «importante desarrollo de las energías renovables, especialmente la eólica, y las numerosas iniciativas ciudadanas encaminadas a reducir las emisiones».

«No se han buscado alternativas»

A la vista de estos datos, Ekologistak Martxan destaca la importancia de «seguir apostando por las energías renovables», pero al mismo tiempo llama la atención sobre un matiz que no suele ser tenido muy en cuenta: «Las renovables se limitan a la porción eléctrica de la energía y apenas tienen incidencia en la cuestión del transporte».

En este sentido, recuerda que las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del transporte suponen aproximadamente un tercio del total de emisiones, y que la mitad de la porción del transporte corresponde al vehículo privado. «En Nafarroa no se han buscado alternativas al uso del coche y al transporte por carretera. Nunca se ha planteado restablecer una red ferroviaria de cercanías. En cambio, se ha optado por el tipo de ferrocarril que más consume y contamina, el TAV, que no resuelve los problemas de movilidad de los navarros». Así lo constata en nombre de Ekologistak Martxan el biólogo y profesor de Ecología en la Universidad Pública de Nafarroa Alfredo Rueda.

En lo que se refiere a Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, el informe de CCOO y World Watch indica que se generan 11,3 toneladas de CO2 por habitante y año, y que desde 1990 las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado un 45%. El estudio cifra en 24,2 los millones de toneladas lanzados a la atmósfera en estos tres herrialdes en 2007.

Según el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Lakua, que utiliza otros criterios para realizar las mediciones, el incremento de las emisiones ha sido del 21% respecto a 1990 y ha descendido en 2007 un 1% respecto al año anterior.

En cualquier caso, Ekologistak Martxan constata que todos los principales sectores emisores de CO2 siguen en constante crecimiento y con nuevos proyectos. Entre ellos cita la nueva central térmica en Lantaron, la incineradora de basuras en Donostialdea y la ampliación de la de Zabalgarbi II en Bilbo, al tiempo que siguen en activo las viejas térmicas de Santurtzi y Pasaia y las más recientes de Boroa y Zierbena. También cita el TAV, el superpuerto de Pasaia, sus infraestructuras de acceso y el proyecto de una nueva planta de Petronor en Muskiz.

«Todo ello puede suponer -advierte Carlos Alonso en nombre de Ekologistak Martxan- que a partir del 2009 las emisiones de gases de efecto invernadero alcancen la cifra de 8,4 millones de toneladas de CO2 y que las centrales térmicas, por sí solas, hagan que la CAV supere en un 50% las emisiones permitidas bajo el Protocolo de Kioto si aplicáramos aquí el acuerdo de reparto de cargas acordado por la Unión Europea».

Entre otras medidas, propone apoyar «con firmeza» todas las energías renovables, no autorizar la construcción de nuevas refinerías de petróleo ni centrales térmicas, una reforma fiscal «que grave a las energías sucias en todos los sectores» y apostar por un transporte público sostenible. «Hacen falta medidas efectivas para frenar la emisión de gases de efecto invernadero, pero esto requiere una profunda transformación del modelo energético y del modelo económico y social», resume Carlos Alonso.