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Lo que la crisis nunca puede justificar

El paro en Hego Euskal Herria alcanza ya el 9% de la poblaci�n activa. Seg�n los datos dados a conocer ayer, el n�mero de personas desempleadas roza las 125.000, casi 10.000 m�s que el mes anterior, el mayor incremento mensual desde que a mediados del a�o en curso comenzase la tendencia alcista en los �ndices de desocupaci�n. Habr�a que retrotraerse casi una d�cada para encontrar cifras tan elevadas. Y aunque noviembre es tradicionalmente un mes negativo para el empleo, la comparaci�n anual tampoco deja duda: ayer se contaban 29.706 parados m�s que hace 365 d�as, es decir, un 31,2%. Esta tendencia negativa es generalizada en todos los territorios -si bien la peor evoluci�n se registr� en Nafarroa- y tambi�n en los sectores econ�micos -aunque se nota con especial intensidad en la construcci�n y en la industria-. Por otro lado, se constata que los embates de la crisis golpean de forma especial a la juventud, habida cuenta que el n�mero de parados con menos de 25 a�os creci� un 14,5% en noviembre, y casi un 60% respecto al a�o anterior.

Y si la lectura de estas cifras dibuja un panorama harto preocupante, la proyecci�n en el futuro inmediato lo es todav�a m�s: todos los indicadores apuntan a un recrudecimiento de la crisis en 2009 y, por consiguiente, una mayor destrucci�n de empleo.

No obstante, y aunque la crisis justifica una parte del incremento del paro, �stas no deben servir para maquillar descaradas actuaciones de una parte de la patronal, que trata de aprovechar la coyuntura para deshacerse de personal de forma irregular y cargando a la cuenta de la clase trabajadora una nueva factura para pagar unos platos que no ha roto. A pesar de las denuncias sindicales, no pocas empresas est�n utilizando los expedientes de regulaci�n de empleo para engrosar sus cuentas de beneficios, mientras las autoridades laborales apenas hacen otra cosa que amenazar con extremar los controles, sin impedir el incremento de despedidos y afectados por las excepcionales medidas de empresas que no s�lo han atesorado grandes beneficios en los �ltimos a�os, sino que -al menos algunas- a�n lo siguen haciendo.

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